miércoles, 18 de julio de 2012

Antropología Cultural y Social - María Cristina Chiriguini



María Cristina Chiriguini: Identidades socialmente construidas


Para definir la identidad, nos encontramos con tres tipos de enfoques:

El enfoque objetivista (esencialista o sustancialista), define a la identidad étnica como un conjunto de rasgos que identifican a un grupo étnico, es decir, como una forma de organización social donde sus integrantes se identifican y son identificados por ciertos rasgos culturales de su pasado. Los valores y prácticas compartidas son considerados inalterables al paso del tiempo y de las diferentes circunstancias históricas que atraviesan a las sociedades. Para los objetivistas, esta serie de atributos considerados “objetivos” constituyen la identidad colectiva. Por otra parte, pensar en términos de identidades tan cerradas en sí mismas dificulta todo proceso de integración entre las sociedades, favoreciendo las posturas racistas que postulan como infranqueables a las diferentes culturas. Este es el enfoque más clásico, presenta a la identidad como aquello que permanece inalterable en el tiempo, es decir, los rasgos esenciales,no aparece un contexto social , el otro es presentado como una fotografía,falta de historicidad, presenta la identidad como algo DADO y no contruido ,rasgos que son inanterables , no tiene en cuenta a otro ,no se nombra a quien NOMINA pero si a quien es NOMINADO.

El enfoque subjetivista plantea que la identidad es un sentimiento de autoidentificación o de pertenencia con un grupo o una comunidad. Se tiene en cuenta el sentido de pertenencia, el carácter totalmente subjetivo de la elección personal. En otras palabras, la identidad se descubre dentro de uno mismo e implica identidad con otros. Este enfoque da cuenta del carácter dinámico  variable de la identidad, pero a la vez, al acentuar ese carácter efímero, temporal, de las identificaciones, deja de lado el hecho de que las identidades son relativamente estables y se constituyen en el seno de los procesos sociales y no se reducen a decisiones individuales.

-Enfoque relacional y dinamico (propuesto por chiriguini): Considera a la identidad como una construcción colectiva y polifónica, abierta y sujeta a la posibilidad de resignificación según el contexto.
También debe tenerse en cuenta el concepto de etnocentrismo, entendido como un juicio dogmático sobre la superioridad de la propia cultura.
La noción de identidad es el resultado de una construcción socio-histórica; y ha sido foto de los estudios antropológicos, así como la “asimilación” de las minorías étnicas y las nuevas identidades emergentes (grupos feministas y movimientos gay) en los años 70’, y el multiculturalismo en la actualidad.

Desde un pensamiento crítico, se considera que el tratamiento dado al concepto de identidad desde la diferencia es encubridor de otras relaciones sociales, en particular de las relaciones de poder y desigualdad. Si se descubren los conflictos entre los grupos sociales únicamente en términos de identidades contrarias, se deja de lado la relación de dominación y subordinación propias de toda estructura social.
Los medios de comunicación cumplen la función de formadores de opinión en el análisis del discurso cotidiano del “otro”. Existen ciertas circunstancias que permiten el surgimiento de nuevas identidades, lo que trae como consecuencia: el descubrimiento de identificaciones políticas no tradicionales, sumado a nuevas formas de ciudadanía, luchando por sus derechos y reconocimientos.
Identidad colectiva: conjuntos sociales o colectivos (etnias, clases sociales o nación) incluyendo, también, identificaciones relacionadas con movimientos sociales diversos: de género, de raza, etc.
Una primera definición de identidad la define como un proceso de identificaciones históricamente apropiadas que le confieren sentido a un grupo social. Las identificaciones implican un proceso de aprehensión y reconocimiento de pautas y valores sociales a los que adscribimos y que nos distinguen de “otros” que no los poseen o comparten. Es aquí donde se construyen los límites que diferenciarán entre lo propio y lo ajeno. Entonces, decimos que la identidad implica la partencia a un “nosotros” que se diferencia de algo que no somos, un “otro”. A este proceso de extrañamiento se lo denomina alteridad.
En los diferentes escenarios sociales y culturales donde transcurre nuestra existencia y desde los primeros años se van originando identificaciones sucesivas que necesariamente tienen una dimensión individual y una dimensión social, siempre construidas a partir de oposiciones. En realidad la identidad individual se va constituyendo a partir de la identidad social del grupo de pertenencia, por lo tanto, toda identidad individual es una identidad social.
El proceso identitario es en sí un proceso complejo en el que las identificaciones se elaboran colectivamente, pero, también en el plano de las subjetividades de acuerdo con nuestra propia experiencia individual, dotando de diversidad al grupo social de pertenencia. Esto es el resultado de un doble proceso: colectivo (experiencias compartidas colectivamente) y particular (cómo procesamos esas experiencias como sujetos sociales).
Los rituales, en general, propios de todas las sociedades humanas, tienen como objetivo renovar el sentido de pertenencia en los diferentes grupos sociales, comunidades y naciones.
La representación de una identidad colectiva no supone la homogeneización interna de todo el grupo o de los sujetos que comparten una identidad común. Las representaciones sociales que se construyen sobre “los otros” enmascaran y ocultan las diferencias internas, es decir, la representación de la identidad colectiva homogeneiza simbólicamente la diversidad y desigualad de los sujetos que adscriben a la misma.
Entonces, cuando se definen las sociedades en términos de esencias (no dinámicas y contextualizadas) y sin otorgar peso a las significaciones que elaboran los propios sujetos, la mayoría de las veces se suelen homogeneizar las diferencias internas de los otros, levantando rígidas barreras culturales que separan mundos aparentemente irreconciliables.
El énfasis en la diferencia, en el sentimiento de ajenidad hacia los otros, fortalece la distancia entre los grupos sociales, subrayando las diferencias y descartando las similitudes que suceden en las sociedades.
Todos estamos constituidos por un conjunto de pertenencias múltiples. En la vida cotidiana pueden alternarse diferentes identidades, según las circunstancias. Todas estas identificaciones son parte de uno mismo, de “mismidad”, que se van constituyendo en nosotros como resultado de experiencias sociales (históricas) producidas colectivamente y en el plano de la subjetividad. Asumir una identidad supone una toma de conciencia de valores y prácticas asociadas a una posición en un determinado contexto histórico en la que se movilizan razones, emociones y voluntades.
A veces, los procesos de exclusión que afectan a los sujetos y a los grupos pueden generar, en situaciones concretas, identidades negativas. En algunas circunstancias, una estrategia consiste en ocultar la identidad para evitar la discriminación, el exilio o la muerte. Aunque, a veces la identidad es utilizada como una “bandera de lucha”, aquello que se considera negativo por otros grupos, es tomado por el propio grupo como signo de identificación y defensa.


4 comentarios:

  1. Genial. Me ayudo a comprender mejor el texto. Gracias gracias

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  2. ¿Cual es el enfoque que propone Chiriguini? alguien me podría decir? gracias.

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