Hipnosis
y modificación de conducta
La
psicología ha dado buenas muestras de su interés por la sugestión y la
hipnosis. El empleo de la hipnosis ha derivado en el desarrollo de teorías y
técnicas que hoy son empleadas habitualmente por psicólogos
cognitivo-conductuales. Sin ir más lejos, Wolpe hace uso de la hipnosis y la
utiliza como medio para obtener la respuesta incompatible con la ansiedad en la
aplicación de la desensibilización sistemática. El entrenamiento Autógeno de
Schultz se basa en la experiencia previa de su autor en el ámbito de la
hipnosis y la sugestión. Definitivamente, la consideración del estudio de la
hipnosis como técnica de modificación de conducta es recogida por Krasner y
Ullman (1965).
INTRODUCCIÓN
El tratamiento circense que hacen de la hipnosis los
medios de comunicación, de la mano de magos, pseudomísticos y supuestos
taumaturgos sin escrúpulos, mostrando una imagen de la hipnosis engañosa y
oscurantista, entorpecen el desarrollo de lo que puede ser el procedimiento
terapéutico que está llamado a ocupar un lugar prominente entre las técnicas
utilizables para mejorar la salud mental de los individuos. La hipnosis como
procedimiento terapéutico, puede ser considerada como una de las técnicas más
antiguas que se conocen para provocar cambios en los procesos cognitivos,
psicofisiológicos, perceptuales y conductuales.
Si
echamos mano de nuestros conocimientos antropológicos, observaremos que en
todas las culturas, de una u otra forma, los médicos, sacerdotes, curanderos,
brujos y chamanes han utilizado los efectos de las sugestiones para
"adornar", "destacar" o "potenciar" la eficacia
de fármacos y brebajes u otros procedimientos físicos o psicológicos de
intervención. Estas sugestiones consistían en ideas, que comunicadas en debida
forma a los pacientes, les hacía esperar los efectos más benéficos de los
tratamientos. Mediante palabras, gestos, señales subvocales u otros medios de
comunicación cualesquiera, explícita o implícitamente la instrucción era:
"estos procedimientos (drogas, pociones, ünguentos, hierbas, etc.) tienen
propiedades curativas muy potentes. No temas por tu enfermedad, no morirás. Tu
salud se reinstaurará; esto te va a ayudar, te curará... tómalo".
En nuestra
cultura occidental, la "sugestión hipnótica" cobra carta de
naturaleza de la mano de Franz Anton Mesmer, al que siguieron otros muchos
estudiosos, investigadores y clínicos quienes fueron estableciendo
progresivamente las bases científicas de la actual hipnosis clínica y
experimental.
Una
de las definiciones de la hipnosis más aceptadas por la comunidad científica
corresponde a la que en 1955 la Comisión de la "British Medical
Association" apuntó: "Un estado pasajero de la atención modificada en
el sujeto, estado que puede ser producido por otra persona y en el que diversos
fenómenos pueden aparecer espontáneamente o en respuesta a los estímulos
verbales u otros. Estos fenómenos comprenden un cambio en la conciencia y la
memoria, una susceptibilidad agudizada a
la sugestión y a la aparición en el sujeto de respuestas y de ideas que no le
son familiares en su estado anímico habitual. Fenómenos como la anestesia,
parálisis, rigidez muscular y modificaciones vasomotoras pueden ser producidas
y suprimidas bajo hipnosis". Esta organización, en 1962, determinó
aconsejar la utilización de la hipnosis en el tratamiento de distintas
neurosis, dolor crónico, así como su aplicación en los ámbitos de la cirugía y
obstetricia (Kroger, 1963), lo que contrasta con nuestro asombro al comprobar
que nuestra Seguridad Social no admite entre sus tratamientos el empleo de la
misma.
La hipnosis no presenta contraindicaciones y es
empleada por profesionales acreditados en Psiquiatría, Medicina, y
especialmente, en Psicología, siendo las características del estado hipnótico
cruciales para la modificación de comportamientos inadaptados y pensamientos
irracionales, la integración emocional y para la intervención sobre componentes
psicofisiológicos de la conducta.
La hipnosis no
es una terapia por sí misma, sino una
técnica especializada que puede ser empleada como catalizador de las técnicas
cognitivo-conductuales utilizadas en el ámbito de la Psicología Clínica.
Los trabajos recientes de estudiosos e investigadores
en esta área, demuestran que la hipnosis, cuando se utiliza aneja a los
tratamientos psicoanalíticos y cognitivo-comportamentales, mejora
ostensiblemente sus resultados.
En tanto que la investigación no ofrezca pruebas
irrefutables que sugieran un cambio de "estado" cuantitativa y
cualitativamente diferente del estado de vigilia, debemos convenir en que los
fenómenos hipnóticos provienen de características psicológicas y sociales tales
como la motivación, las expectativas de entrar en trance, la creencia y la fe
en el hipnotizador, el deseo de agradarle y una experiencia positiva con el
trance inicial (subjetivamente interpretado por el sujeto como "muy
relajante").
Existe un cierto consenso en el hecho de que la
aplicación de las técnicas de hipnosis favorece la aparición de fenómenos
psicológicos y psicofisiológicos que caracterizarían al estado hipnótico y que
han sido aceptados, con más o menos reticencias, por la mayoría de los autores
especializados.
Pensemos por un momento en la importancia de todas
estas variables en la consulta psicológica. Siempre se ha dicho que la
"relajación" es la "aspirina" de los psicólogos; quiere
esto decir que dado que muchos trastornos cursan con altos niveles de tensión y
ansiedad un procedimiento de entrenamiento en relajación es preciso que sea
incluido en la terapia. Mediante un rápido aprendizaje auto-hipnótico, el
paciente puede relajarse a voluntad en su propio domicilio, mediante
procedimientos basados en la sugestión (sugestiones de calma, tranquilidad,
relajación muscular, el uso de imágenes y metáforas, etc.), dejando un tiempo
precioso en la consulta de psicología para atender otros problemas relevantes
al trastorno. Los procedimientos de afrontamiento de miedos y fobias (en los
que el paciente debe aprender a "resistir" la ansiedad -mediante
exposición o desensibilización p.ej.-) son susceptibles de estructurarse bajo
hipnosis: el paciente aprende a afrontar lo que le amenaza -estímulo real o
imaginario- bajo "hipnosis", pudiendo posteriormente afrontarlo en un
contexto real.
La hipnosis se emplea también
para reestructurar los pensamientos irracionales presentes en los cuadros
depresivos (la visión negativa del mundo, de uno mismo y del futuro);
existen procedimientos hipnóticos para fortalecer nuestra autoestima; la hipnosis también se emplea para superar distintas adicciones, especialmente
el tabaco; el dolor crónico, puede
aliviarse mediante el empleo de procedimientos hipnosugestivos. En fin, son numerosos los trastornos
psicológicos en los que el empleo de estas estrategias pueden ser de indudable
interés para la salud del paciente.
BREVE
EVOLUCIÓN HISTÓRICA
A lo largo de los siglos han emergido y reemergido
antiguos procedimientos de la magia, religión y, posteriormente, de la ciencia.
Los antecedentes de la relajación e hipnosis contemporánea aparecieron, por
primera vez, hace 5000 años en los rituales mágicos de Egipto e India. Rituales similares persistieron en los
tiempos de los griegos y de los romanos, la dominación celta y cristiana de
Europa, e incluso hasta el siglo XVIII. La base teórica de muchos de estos
rituales se fundamentaban en la idea de que un espíritu vital, flujo o fluido
magnético podía fluir de una persona a otra. Las técnicas incluían la
imposición de manos, el enfoque de la atención, la utilización de cánticos y
encantamientos, e incluso imanes para dirigir el flujo del espíritu vital.
Mesmer con su método naturalista fue el precursor directo de la hipnosis
contemporánea. Mesmer creía que los cuerpos vivientes poseen un fluido
magnético que, cuando se desequilibra, produce miseria y enfermedad. Además,
transferir "fluido" a los pacientes necesitados induce en un primer
momento crisis o convulsiones y, después, hace que los fluidos se equilibren,
curando a los pacientes de diversas enfermedades. Mesmer habló de la
magnetización de objetos inanimados, como la madera, el metal, el agua... de la
influencia de los planetas en el ser humano y de otros muchos fenómenos
extraños. Mesmer hizo especial hincapié en la importancia de sus
"pases" (caricias corporales apenas perceptibles) con le objetivo de
magnetizar al paciente; las curas que realizaba iban seguidas de crisis y
convulsiones, "efecto secundario curativo" de sus pases e
inducciones.
El mesmerismo no es el producto del magnetismo animal
ni de cualquier otro, sino de la mera imaginación. El mesmerismo tuvo gran
influencia en su época. En el siglo XIX Esdaile, entre otros, popularizó las
propiedades anestésicas del magnetismo, más que las "crisis"
mesmerianas. Sin embargo la teoría del
"magnetismo animal" fue totalmente rechazada por el Abad de Faria
(1819) y, posteriormente, por James Braid (1843).
Aunque las teorías de Mesmer se descartaron
rápidamente, algunos médicos quedaron muy impresionados por sus resultados. Dos
cirujanos ingleses, Eliotson y Esdaile informaron de numerosas intervenciones
quirúrgicas importantes realizadas bajo la hipnosis sin anestésico. Según la
teoría de James Braid, otro médico inglés influyente, fijar deliberadamente la
atención en un estímulo único, continuo y monótono evoca un sueño nervioso
especial o estupor, estado que denominó neuro-hipnotismo o hipnosis.
Braid, introducido al "mesmerismo" por
Lafontaine, publicó en 1843 su libro titulado The Rationale of Nervous Sleep in
relation with Animal Magnetism. En pocos años abandonó explicaciones
fisiológicas centrándose en aspectos de índole mental para explicar la hipnosis
(imaginación y sugestión). La idea de "inhibición neural" que exploró
inicialmente fue recuperada por Ivan Pavlov (padre del conductismo clásico),
desarrollando su concepto de la
fisiología del sueño (como una inhibición cortical progresiva, que resultó
bastante precisa).
Durante los años 1890 y 1900, el neurofisiólogo
berlinés Oscar Vogt desarrolló un método de hipnosis, que es un antecedente de
los métodos no autoritarios. En vez de ordenar las instrucciones directamente,
él insinuaba amablemente lo que quería que hiciera o percibiera el paciente.
Además presentó un método con pasos
sucesivos, el <<método de fraccionamiento>>, en el que se
podía hipnotizar al paciente durante unos pocos minutos y después se le
despertaba. Finalmente, Vogt realizó la importante observación de que algunos
de sus pacientes de hipnosis eran capaces de inducir sus propios estados,
semejantes a la hipnosis (Schultz y Luthe, 1959) y que estos estados, cuando se
evocaban unas pocas veces al día, parecían tener un valor terapéutico. Estas
ideas de Vogt fueron recogidas para el desarrollo del "Entrenamiento
Autógeno" por J.H. Schultz, además de ser las primeras observaciones que
se realizaban sobre el método de "autohipnosis".
Durante los últimos años del siglo XVIII se produjo gran polémica y controversia entre
dos escuelas de hipnosis representadas por Charcot en la de Saltpêtriere y
Bernheim en la Universidad de Nancy. Bernheim argüía que la hipnosis era el
resultado de la sugestión y la imaginación, de características psicológicas.
Bernheim introdujo el concepto de profundidad de hipnosis (ligero, moderado o
profundo). Charcot, por su parte, desarrolló una teoría patológica sugiriendo
que la hipnosis era producto de la histeria, siendo ambas consecuencia de un
sistema nervioso enfermo. En 1884 y 1885, Charcot logró reproducir "artificialmente"
las parálisis no orgánicas mediante el uso de la hipnosis. Asimismo logró
resultados en la recuperación de memorias olvidadas por medio de la hipnosis.
Charcot
fue maestro de Sigmund Freud y sus ideas influenciaron poderosamente al
inventor del psicoanálisis. Freud fue un entusiasta de la hipnosis, pero mal
hipnotizador (estilo de inducción simple, seco y autoritario). En 1.889 cambió
de perspectiva, abandonando las ideas de Charcot y reconsiderando las que
procedían de la Escuela de Nancy, más centradas en la sugestión, y comenzó a
trabajar sobre sus ideas respecto a lo beneficioso de recuperar recuerdos
reprimidos de los sujetos mediante hipnosis. Finalmente Freud rechazó la
hipnosis como método terapéutico, aduciendo la necesidad por los pacientes de
ser plenamente conscientes de sus elaboraciones mentales, desarrollando el
psicoanálisis.
El
uso de la hipnosis languideció hasta hace poco, excepto por el trabajo,
relativamente poco conocido, de Clark Hull en los años treinta. Su análisis en
1933 sobre la investigación científica en el campo de la hipnosis (Hypnosis and
Suggestibility) todavía es considerado como un clásico. Sin embargo, a partir
de los años setenta ha disfrutado la hipnosis de un renacimiento significativo,
surgiendo esta vez de los Estados Unidos. Aunque hay una serie de individuos,
como T.X. Barber, Martin Orne, William Kroger y Herbert Spiegel, que han sido
responsables del aumento del interés en, y del empleo de, la hipnosis, ello se
ha debido fundamentalmente a la influencia de Milton Erickson. Realmente, el
enfoque eriksoniano de la hipnoterapia, especialmente desde la muerte de
Erikson en 1980, ha adquirido el estatus de un culto. En el proceso, la
hipnosis ha cambiado también de ser principalmente una especialidad médica a
ser fundamentalmente una modalidad psicológica.
En la actualidad el estudio y la investigación en el
ámbito de la hipnosis goza de buena salud. En los últimos decenios, destacadas
agrupaciones internacionales de profesionales de la salud han expresado
públicamente su reconocimiento de la utilidad terapéutica de la hipnosis, entre
ellas: la American Medical Association, la British Medical Association y La
American Psychological Association. La creación de la American Society for
Clinical Hypnosis, La International Societe for Clinical and Experimental
Hypnosis y la European Society of Hypnosis in Psychotherapy and Psychosomatic
Medicine, así como otras organizaciones de ámbito estatal, fortalecen e
incorporan la actividad científica, terapéutica, experimental y profesional de
un gran números de investigadores y terapeutas que hasta el momento trabajaban
en completa soledad.
Para una profundización en la Historia de la Hipnosis,
se recomienda la consulta de los trabajos de Edmonston (1986), Gauld (1992), González Ordi, Miguel-Tobal y
Tortosa (1992).
HIPNOSIS: REPASO DE ALGUNOS ASPECTOS CONCEPTUALES Y
TEÓRICOS.
Sugestión
La sugestibilidad se define como apertura para aceptar
y responder a ideas e informaciones nuevas. A medida que se transmite una determinada
información, dependiendo de su valor intrínseco (afectivo, cognitivo,
evaluativo, etc.), puede alterarse la percepción y la conducta de una persona
en una o varias áreas de su experiencia vital. Dicha influencia puede
facilitarse si el receptor está abierto a nuevas ideas y experiencias. Esa
apertura en el paciente es constitutiva de éxito en la aplicación de una
técnica de hipnosis.
De
todos es conocido el extraordinario efecto que puede producirse mediante
mensajes sugeridos a otra persona con arreglo a unos determinados patrones
verbales, no-verbales, temporales, circunstanciales, arquetípicos y
relacionales. La capacidad de influir sobre los demás (¿podría incluso
considerarse como adaptativa desde un punto de vista filogenético?), o de ser influidos
por otros, se corresponde con una cualidad existente en nuestro cerebro de
procesar de forma automática (o inconsciente) determinados mensajes cargados de
información (o no) significativa, sin mediar análisis crítico (en apariencia).
En la experiencia de la sugestión se basan tratados de oratoria, marketing
publicitario, el efecto placebo, influencia de masas, teorías de la
comunicación, etc. En los procesos hipnóticos la capacidad de
hipersugestionabilidad en el paciente queda puesta en evidencia.
Las sugestiones para incitar a la calma y la
tranquilidad y despreocupación por la enfermedad ha sido una constante
histórica en el discurrir de la medicina, sugestiones que emitían los
correspondientes profesionales de la salud de cada momento histórico. El
objetivo último era la reducción del miedo, la ansiedad y la preocupación del
enfermo.
La sugestión se configura, desde todos los puntos de
vista, como una técnica relevante en la consulta del psicólogo; nuestra
capacidad de influir positivamente sobre nuestros pacientes es decisiva. Una
sugerencia, una afirmación sugestiva, puede modificar una conducta, una emoción
o un pensamiento. O incitar al paciente a que lo haga por sí mismo o a que
disponga lo necesario para resolver sus problemas. La hipnosis, al margen de toda confusión
historicista, constituye un
procedimiento validado de modificación de conducta, basada en la sugestión.
Para Yapko (1990)
y Erickson (1980) la sugestión es central en el proceso hipnótico.
Erickson la define como "un estado de sugestionabilidad artificialmente
reforzado, que recuerda sin serlo al sueño, en el que puede producirse una
disociación normal..... la hipnosis es esencialmente un estado de receptividad
a ideas y a la apreciación de sus valores inherentes y significativos".
Erickson, además, utilizaba procedimientos indirectos, con recurso a las
propias historias del paciente para realizar las inducciones, fundamentalmente
de contenido verbal significativo. Yapko
considera a la hipnosis como un "proceso" en el que el hipnólogo
ofrece "sugestiones" al sujeto. El proceso se enmarca en un estado de
"hipersugestionabilidad", en el cual el sujeto muestra una
"sensibilidad pasiva a la sugestión por parte del sujeto, con tendencia a
aceptar las sugestiones ofrecidas, debido a la presencia de un estado
ambiguamente llamado "trance".
Weitzenhoffer (1989), también resalta la centralidad
del papel de la sugestión en la hipnosis: "La hipnosis es un hipotético
estado psicofisiológico caracterizado por la hipersugestionabilidad (sugestionabilidad
elevada) del sujeto hipnotizado".
Estado subjetivo de experiencia
Los
primeros practicantes de la hipnosis argüían un estado de trance en el que el
sujeto perdía o reducía la potencia de su mente lógica y consciente, perdiendo
su facultad crítica. De alguna forma en la actualidad se considera que el
individuo hipnotizado es capaz de ser más creativo o imaginativo porque las
constricciones impuestas por la mente "lógica" están minimizadas. De
ello se sigue que cuando la mente lógica se reduce, la "razón" ya no
constriñe la toma de decisiones y el individuo es más "creativo" y
"sugestionable" que de ordinario (Hawkins, 1998).
Estas
características implican en particular una alteración en los procesos
lingüísticos. Las palabras, en la lógica del trance, se interpretan de modo
mucho más literal, la comunicación se hace expresa mediante la focalización en
las palabras mismas más que en las ideas. Existe a su vez una disminución
asociada del juicio crítico a la hora de procesar el lenguaje y un incremento
de la tolerancia a la incongruencia (Hawkins, 1998).
Yapko
(1990) en su definición de hipnosis resalta las características del estado de
"trance": "... un estado de relajación, hipersugestionable,
estado de relajación mental y corporal y subsecuentemente más sensible a la
sugestión", ".. un estado de crepúsculo, a mitad de camino entre el
sueño y el estado de vigilia...", "un estado subjetivo de experiencia
("en hipnosis") en el que el individuo tiene capacidades o
experiencias generalmente consideradas como atípicas del estado "normal de
vigilia"".
Atención focalizada y absorción en el proceso
El
papel de la atención y la concentración en los procesos hipnóticos ha sido
puesto de manifiesto en la mayoría de las conceptualizaciones teóricas. Yapko
(1990): "El trance es un estado de atención focalizada, dirigida
interiormente o exteriormente". Waxman (1986) enfatiza la concentración
sobre la voz del terapeuta: "La hipnosis puede ser definida como un estado
alterado de consciencia producido por una total concentración en la voz del
terapeuta; dando como resultado cambios mensurables a nivel físico,
neurofisiológico y psicológico que pueden producir distorsiones en la emoción,
sensación, percepción y la imagen".
Al
observar atentamente un individuo hipnotizado podemos percibir claramente que
el estado que presenta constituye un estado de concentración profunda. Nos
parece que la consciencia enfocara su atención en puntos concretos (un sonido,
la voz del terapeuta, la música, un punto brillante, etc.), aislándose del
resto. Para entender mejor el proceso nos serviría utilizar la metáfora de la
lupa: la energía se concentra sobre un punto concreto, pero sin perderse un
ápice de ella. En hipnosis, el proceso de inducción (que conoceremos más adelante)
se constituye con el "rapto" de la atención del sujeto; atraer su
atención y fijarla en un elemento del entorno o de sí mismo (externo o interno)
prosiguiendo con nuevas instrucciones ritualizadas de profundización.
Disociación
Para
algunos autores durante el trance hipnótico se produce una "consciencia
paralela" definiéndose la disociación como "la capacidad para romper
una experiencia global en sus componentes, amplificando la conciencia de una
parte mientras disminuye la consciencia de otras" (Yapko, 1990).
Para
Erickson la disociación está íntimamente relacionada con la inducción hipnótica
sirviendo además como una forma de profundizar el trance, aunque de sus
escritos cabe reducir que el trance no siempre entraña una disociación. El término
de disociación en Erickson implica una rotura de las asociaciones mentales,
siendo más correctamente una "disociación", como cuando una persona
tiene la sensación de que una parte de su cuerpo se separa percibiéndola como
un objeto (p.e. en la levitación del brazo).
La
disociación en hipnosis cobraría una dimensión especial, estableciéndose como
"separación", "escisión", "división", etc. en los
procesos mentales que normalmente se consideran unidos entre sí. Y también
cuando algunos actos o conductas se producen al margen (o fuera de) la
conciencia del sujeto, o bajo un control indirecto.
Actualmente,
desde una perspectiva científica, lo que era considerado “disociación” es
absolutamente equiparable al concepto de percepción subjetiva de involuntariedad en la ejecución de
determinadas conductas bajo hipnosis (automaticidad del comportamiento). Y es
una percepción en tanto que el sujeto es quien voluntariamente realiza una
determinada acción o comportamiento, aun cuando perciba dicha acción o comportamiento
como involuntario (por ejemplo, en el ejercicio de levitación del brazo).
La
lógica del trance
Este
concepto fue acuñado por Orne (1959) conectado con lo que anteriormente
referíamos en torno a la disociación. Orne hacía referencia a la capacidad de
un sujeto, profundamente hipnotizado, para mantener su atención dirigida
simultáneamente hacia cuestiones, percepciones o ideas inconsistentes desde un
punto de vista puramente lógico. Para Orne, las alucinaciones (tanto las
positivas como las negativas) son una buena muestra de "lógica del
trance", del lenguaje simbólico y/o estructural que dotado de su propia
idiosincrasia subyace durante el proceso hipnótico.
Teorías
sobre la hipnosis. ¿Estado alterado de consciencia?
Se
han propuesto teorías e hipótesis explicativas diversas. Para una mayor
profundización revísese a Crasilneck y Hall (1985) o a Kroger (1977). Las
teorías psicoanalíticas han identificado a la hipnosis con procesos
transferenciales, fenómenos histéricos y regresiones infantiles provocadas. Las
teorías neurofisiológicas se centran en la relación entre hipnosis y sueño y el
recurso a la fisiología para explicar los estados hipnóticos (inhibición
cortical, cambios bioquímicos, neurotransmisores y neuromoduladores, dominancia
del hemisferio derecho, etc.). Las teorías psicofisiológicas se centran en las
relaciones entre la hipnosis y respuestas
psicofisiológicas. Las teorías psico-sociales hacen hincapié en el papel
de las expectativas y la motivación, y la psicología del aprendizaje para
explicar los fenómenos hipnóticos.
Pero
en general todas las teorías pueden dividirse en dos grandes clases: teorías
del estado versus teorías del no estado y teorías fisiológicas versus teorías
psicológicas.’
Las
teorías del estado sobre la hipnosis suponen que el estado de trance es
cualitativamente diferente de otras experiencias mentales humanas. Desde este
punto de vista la capacidad hipnótica o capacidad para el trance es una especie
de rasgo relativamente estable que muestra fuertes diferencias
individuales. Por otra parte, los
teóricos del no estado consideran que los fenómenos hipnóticos provienen de
características psicológicas y sociales tales como la motivación, las
expectativas de entrar en trance, la creencia y la fe en el hipnotizador, el
deseo de agradarle y una experiencia positiva con el trance inicial.
CARACTERÍSTICAS
DEL ESTADO HIPNÓTICO
Los
investigadores, estudiosos y clínicos no se ponen de acuerdo a la hora de
apuntar una definición de la naturaleza de la hipnosis. Sin embargo, parece
admitirse un acuerdo amplio (con matizaciones, por supuesto) en torno a las
características presentes en la hipnosis. Para
una revisión de estas características, seguiremos lo apuntado por el
inestimable trabajo realizado por los
investigadores españoles Miguel Tobal y González Ordí (1988):
1. Un aumento
de la sugestionabilidad (hipersugestionabilidad).
Para algunos autores esta es una de las
características principales del estado hipnótico: el empleo de sugestiones
adecuadas y dirigidas a provocar cambios cognitivos, fisiológicos o
comportamentales en el individuo debido a que éste se encuentra en una actitud
más receptiva (Bowers, 1976; Gibson y Heap, 1991; Kroger, 1963; Wolberg, 1982).
2.
Un aumento de la capacidad de imaginería mental.
Muchos de los procedimientos derivados del marco
terapéutico cognitivo-conductual se llevan a cabo mediante el uso de
estrategias basadas en la imaginación y la visualización. La hipnosis ha
empleado las técnicas imaginativas para inducir estados emocionales concretos
(Bower, 1981) para aumentar la responsividad del sujeto hipnótico (Hilgard,
1974) o con intervenciones terapéuticas centradas en metáforas relacionadas con
el sujeto o con los problemas
emocionales del sujeto hipnotizado o simplemente mediante un empleo similar al
utilizado por psicólogos cognitivo-conductuales al margen de procedimientos
hipnosugestivos. Está fuera de toda duda que la hipnosis incrementa la
capacidad imaginativa y de visualización del sujeto (Hilgard and Hilgard,
1979).
3.
Un aumento de la implicación emocional respecto a situaciones imaginadas por el
sujeto o sugeridas directamente por el experimentador.
El sujeto hipnotizado experimenta las imágenes
sugeridas por el hipnotizador como si fueran reales (ver lo comentado anteriormente
en "absorción en el proceso"). La implicación emocional que se deriva
de los procedimientos hipnóticos es uno de los factores que promueven el cambio
terapéutico sin lugar a dudas. Mediante la hipnosis cabe optimizar y catalizar
las técnicas de visualización y los beneficios de tratamientos derivados del
empleo de la imaginación (p. ej. las formulaciones de Cautela, Ellis,
Meichenbaum y Beck).
4.
Focalización de la atención a una situación estimular restringida: las
sugestiones verbales y/o accesorias dispensadas por el experimentador.
La restricción sensorial y la estimulación repetitiva
(procedimientos estándares de inducción hipnótica) promueven la focalización de
la atención del sujeto hipnotizado hacia elementos discretos sugeridos por el terapeuta
y hacia las verbalizaciones de este (Bowers, 1976; Wickramasekera, 1988)
5.
Distorsión de las variables psicológicas de espacio y tiempo.
La restricción sensorial y la progresiva focalización
de la atención con lleva para el individuo hipnotizado la pérdida de claves de
referencia espacio-temporales, lo que origina distorsión subjetiva en la
medición e interpretación de dichas variables (Wickramasekera, 1988)
6.
Automaticidad del comportamiento.
Spanos (1982) habla de la importancia del concepto de
involuntariedad (o automaticidad del comportamiento), relacionado con el
anteriormente comentado de "disociación". No implica necesariamente
un estado alterado de conciencia, sino una interpretación diferente a nivel
estimular y sensorial de un hecho observable. Cuando en un procedimiento de
"catalepsia del brazo" el sujeto interpreta como involuntario la
experiencia conductual en la que se halla implicado lo que hace es interpretar de un modo particular
un hecho objetivo; asimismo su interpretación se halla influida y facilitada
por lo que el individuo cree sobre el fenómeno.
7.
Disminución de la capacidad de análisis lógico-racional y crítico de las
situaciones.
Ver el apartado "lógica del trance".
8.
Sensación de relajación profunda.
Aunque tradicionalmente se ha pensado que la hipnosis
producía una relajación profunda, estudios recientes parecen demostrar que no
necesariamente ha de existir una relación directa entre relajación como
sensación subjetiva y relajación desde el punto de vista de la reducción del
arousal fisiológico. En este sentido, la hipnosis parece influir más sobre los
aspectos subjetivos que sobre los fisiológicos, siempre y cuando no se empleen
sugestiones específicas para modificar éstos últimos (González Ordí y Miguel
Tobal, 1994).
9.
Alteraciones psicofisiológicas en relación directa con las características de
las sugestiones.
En la
aplicación de hipnosis neutral (sin sugestiones adicionales) parecen hallarse
patrones de activación psicofisiológica encontrados en técnicas clásicas de
reducción de ansiedad (relajación, meditación, entrenamiento autógeno...). Sin
embargo, cuando se añaden sugestiones específicas de cambio de determinadas
respuestas psicofisiológicas, parece ser que el patrón de respuesta es
modificado en la dirección planteada por dichas sugestiones. (Barber, 1961;
Crawford y Gruzelier, 1992; Miguel Tobal y González Ordi, 1984 y 1993; Sarbin y
Slagle, 1979 y 1980).
Tales características evidencian el papel que la
hipnosis puede jugar en la terapia cognitivo-conductual, pues todas ellas
pueden condicionar positivamente los resultados de cualquier aplicación
psicológica. El aumento de sugestionabilidad, el incremento cualitativo y
cuantitativo de la producción imaginativa, la implicación emocional, la
focalización de la atención del paciente y la sensación de relajación profunda
son las que se muestran más interesantes y destacadas en lo que a la clínica se
refiere.
HIPNOSIS
Y TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL
Lo
que hemos visto hasta ahora nos ha servido para conocer los rudimentos de una
técnica tan sugerente para su empleo en la clínica como es la hipnosis. No
conviene olvidar que la hipnosis es por encima de todo un catalizador de las
estrategias y técnicas que podemos aplicar en el marco de la terapéutica cognitivo-conductual
a un paciente específico con un problema determinado. La hipnosis no es una
terapia, de forma que su empleo estará siempre condicionado al análisis
funcional de la conducta del caso que precise nuestra intervención, junto a las
técnicas cognitivo-conductuales que estimemos oportunas.
La
psicología ha dado buenas muestras de su interés por la sugestión y la
hipnosis. El empleo de la hipnosis ha
derivado en el desarrollo de teorías y técnicas que hoy son empleadas
habitualmente por psicólogos cognitivo-conductuales. Sin ir más lejos, Wolpe
hace uso de la hipnosis y la utiliza como medio para obtener la respuesta
incompatible con la ansiedad en la aplicación de la desensibilización
sistemática. El Entrenamiento Autógeno de Schultz se basa en la experiencia
previa de su autor en el ámbito de la
hipnosis y la sugestión. Definitivamente, la consideración del estudio de la
hipnosis como técnica de modificación de conducta es recogido por Krasner y
Ullman (1965). La hipnosis ha estado estrechamente asociada al estudio de la
desensibilización sistemática a lo largo de la década de los sesenta (Wolpe y
Lazarus la utilizaron profusamente en sus investigaciones). Cautela y Ellis también han empleado la
hipnosis en sus respectivos desarrollos terapéuticos.
A continuación se recogen algunas de las
técnicas de terapia de conducta que pueden emplearse utilizando
procedimientos hipnosugestivos como catalizadores en su aplicación:
- *Entrenamiento en relajación
- Entrenamiento en
imaginación.
- Desensiblización sistemática
en imaginación.
- Inundación en imaginación.
- Condicionamiento encubierto.
(Se ha utilizado preferentemente la sensiblización encubierta, también el
modelado, la extinción y el reforzamiento positivo encubierto.)
- Técnicas de Autocontrol.
- El empleo de imágenes.
- Aproximaciones sucesivas
(en vivo e imaginación).
- Autoinstrucciones y
estrategias de afrontamiento. Empleo de la hipnosis para
recordar que poseemos estrategias para hacer frente a los problemas o
facilitar el desarrollo de un programa de autoinstrucciones.
- Entrenamiento
en solución de problemas y otros procedimientos cognitivos
(parada de pensamiento)
- Re estructuración cognitiva. Introducción de autoafirmaciones y manejo de
distorsiones cognitivas.
- Terapia Racional-Emotiva de
Ellis.
Hipnosis Racional-Emotiva para sustituir las emociones inapropiadas por
otras apropiadas.
- Proyección en el Tiempo
(Lázarus).
- Inversión del hábito.
- Prevención de respuesta.
Mención especial merecen los procedimientos de
reestructuración cognitiva en hipnosis a los cuales se ha prestado escasa
atención por parte de los clínicos y profesionales más relevantes del campo.
Concretamente, Araoz (1985) ha alegado que la "autohipnosis negativa"
o la aceptación y repetición sin críticas de imágenes y pensamientos negativos
de tipo hipnótico, pueden superarse reemplazándolos por imágenes y pensamientos
más positivos y adaptativos.
Un procedimiento de reestructuración cognitiva con
hipnosis es similar al que todos conocemos:
detección de pensamientos e ideas distorsionadas y/o irracionales y/o
autocríticos (de forma alternativa a
como se realiza en la clínica usual, bajo hipnosis podemos sugerir al paciente
que imagine una situación problema y derive los pensamientos distorsionados de
la misma, u obtenerlos al modo tradicional por medio de autorregistros);
construcción de pensamientos y expresiones alternativas que reemplacen a los
negativos (sugeridos por el psicólogo o por el propio paciente; no sólo se
trata de buscar cogniciones o afirmaciones, también pueden ser útiles imágenes o escenas mentales que aporten un
cambio positivo); aplicación de dichas expresiones y construcciones e imágenes
positivas alternativas a la experiencia del propio paciente, inicialmente
mediante estrategias de ensayo en imaginación. Podemos apoyar con nuevas
sugestiones que refuercen la "conducta positiva". Es sugerente
asimismo para el paciente el establecimiento de relaciones entre imágenes
negativas y autoverbalizaciones negativas, así como entre imágenes positivas y
autoverbalizaciones positivas.
González Ordi y Miguel Tobal (1993) realizan una
revisión de los aspectos que contribuyen al empleo de las técnicas de hipnosis
como coadyuvantes y potenciadoras de otras técnicas empleadas dentro del marco
de la terapia cognitivo conductual: El
empleo de la sugestión.
Prácticamente la totalidad de los fenómenos adscritos
a la hipnosis se encuentran en relación con alguna forma de sugestión directa o
indirecta. La mayoría de las escalas de sugestionabilidad hipnótica se basan en
la aplicación estandarizada de técnicas de inducción hipnótica y la
administración de diversas pruebas que utilizan la sugestión, concepto que se
ha venido utilizando en dos sentidos: como variable del procedimiento
(instrucciones hipnóticas) y como variable del sujeto (sugestionabilidad). Este
interesante binomio es de gran interés, no sólo para una mejor comprensión del
llamado proceso hipnótico, sino que también podría suponer una aportación
valiosa para el diseño de programas de intervención cognitivo-conductual en
diversas áreas clínicas principalmente en dos sentidos: (1) considerar el grado
o nivel de sugestionabilidad como variable moduladora, entre otras, de los
efectos de diversas técnicas de terapia de conducta y, (2) el uso del grado o
nivel de sugestionabilidad como criterio de elección de uno u otro tipo de
estrategia de intervención. (González Ordi y Miguel Tobal, 1993).
Énfasis en la imaginación. Tellegen (1978/1979) considera la capacidad
para ser hipnotizado como la habilidad para responder imaginativa y participativamente
a situaciones o estados sugeridos de forma que se experimenten como si fueran
reales.
El
uso de instrucciones de relajación. Buena parte
de las técnicas que manejan los psicólogos cognitivo-conductuales implican el
uso de estrategias de relajación (p.ej. desensibilización sistemática,
condicionamiento encubierto, la inoculación al estrés, etc.). Cualquier técnica
de relajación puede facilitarse con hipnosis. Aunque la mayoría de autores
coinciden en afirmar que no hay diferencias en la efectividad entre
procedimientos de relajación aislados y los aplicados bajo hipnosis, en el uso
de relajación más hipnosis parecen hallarse algunas ventajas: a) la rapidez con
que se obtienen resultados satisfactorios, especialmente si se utilizan
sugestiones posthipnóticas (en una sesión) y b) no implica la necesidad de un
entrenamiento previo del paciente (Fernández-Abascal, 1979). Técnicas como el
Entrenamiento Autógeno de Schultz (1959) son una variación de procedimientos
hipnóticos.
La modificación de actitudes, expectativas y
motivaciones hacia la tarea. La creencia en la hipnosis lleva a la hipnosis
(Kroger, 1963). Cualquier estrategia de intervención terapéutica maneja y debe
manejar ciertas expectativas y actitudes hacia el ‘cambio de conducta’, este
manejo positivo de las expectativas y actitudes del paciente se ve fortalecido
a menudo por el hecho de emplear estrategias hipnóticas. Muchos investigadores
han centrado sus investigaciones clínicas y experimentales en el manejo de las
expectativas de los pacientes (Barber, Dalal y Carverley, 1968; Wedemeyer y
Coe, 1981; González Ordi y Miguel Tobal, 1992; Lazarus, 1973 y otros).
González Ordi y Miguel Tobal (1993), anticipan
una relación fructífera entre las técnicas de hipnosis y la terapia de
conducta, especialmente en estos niveles de aplicación de dichas técnicas:
Como técnicas dirigidas a la modificación o extinción
de conductas:
respuestas psicofisiológicas, trastornos
psicosomáticos, sugestiones directas, etc.
Como técnicas para favorecer el autocontrol y
modificar expectativas y actitudes ante situaciones-problema: sugestiones posthipnóticas,
entrenamiento de habilidades, incremento de autoeficacia y autoestima,
estrategias cognitivas.
Como técnicas coadyuvantes de otras técnicas
cognitivo-conductuales: condicionamiento encubierto, desensibilización
sistemática, TRE, relajación, etc.
CONCLUSIONES
La
hipnosis ha estado salpicada durante siglos de polémica y de contradicciones.
En los últimos lustros y desde la
Medicina, una corriente, la Sofrología
de Caycedo, ha pretendido incluso cambiar el nombre del procedimiento en aras
de hacer valer sus benéficas aportaciones clínicas sin verse desprestigiada por
su original y vilipendiado nombre de raíz griega (hypnos: sueño).
Su
inaprensibilidad es una de sus características más sobresalientes y lo que la
embellece en extremo. Especialmente de cara a su uso en la terapia clínica
psicológica.
Las
discusiones en torno a su naturaleza y características se mantienen
inamovibles; partidarios del estado vs no estado; Berheim vs Charcot;
magnetismo vs sugestión.. En el
Simposium Internacional sobre Hipnosis y Psicología Clínica, celebrado en
Almería (2000), fui testigo de esta polarización en torno a la hipnosis: en uno
de los momentos más tensos del Simposium, Médicos participantes en el acto se
enzarzaron en una discusión muy acalorada con algunos de los ponentes
invitados, participantes en una Mesa Redonda. Quienes, irritados, increpaban a los ponentes manifestaban su
convencimiento de que la hipnosis era un estado de consciencia alterada; los
increpados, profesores universitarios (psicólogos) en esta oportunidad exponían
su creencia de que la hipnosis era puramente artefactual. Se diría que
continuamos sin apreciables avances científicos, pues acabamos discutiendo en
los mismos términos que hace siglos. Pero lo cierto es que las nuevas técnicas
de neuroimagen están ofreciendo interesantes resultados (aún confusos) que
apuntan hacia una integración de probables cambios funcionales cerebrales,
cambios psicofisiológicos y correlatos cognitivo-comportamentales tras una
inducción hipnótica.
La
hipnosis es una técnica excelente como adjunta a procedimientos de reducción de
ansiedad; facilita la atención y estimula la motivación del paciente que acude
a consulta; es un excelente apoyo en procesos de exposición en imaginación; en
manos expertas, reduce el tiempo que el terapeuta debe dedicar para producir
cambios cognitivos, comportamentales y psicofisiológicos en los pacientes; las
perspectivas de su utilización en trastornos psicosomáticos (condicionados por
respuestas básicamente psicofisiológicas) son inmensas; favorece el empleo de
estrategias de autocontrol; es una excelente herramienta para modificar
actitudes y expectativas ante situaciones-problema; en definitiva, la hipnosis
es un gran facilitador del trabajo del
psicólogo cognitivo-conductual.
Fuente/Autor:
Alberto Bermejo Mercader.
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