Biografía de Sándor Ferenczi por Juan V. Gallardo C. Director de Indepsi
"Hungría, tan íntimamente enlazada a Austria
desde el punto de vista geográfico
como ajeno a ella científicamente,
no nos ha aportado hasta ahora más
que un solo colaborador: S. Ferenczi;
pero tal, que vale por una asociación entera"
(Freud, 1914, p. 1911).
como ajeno a ella científicamente,
no nos ha aportado hasta ahora más
que un solo colaborador: S. Ferenczi;
pero tal, que vale por una asociación entera"
(Freud, 1914, p. 1911).
Introducción
Presentar la biografía de
Sándor Ferenczi, el llamado "enfant terrible" del psicoanálisis, es
intentar hacer presente uno de los espíritus más claros y lúcidos de la primera
generación de psicoanalistas y, simultáneamente, brindar un claro ejemplo de
como variables extra-psicoterapéuticas se entremezclan, interfiriendo y
distorsionando el desarrollo de la psicoterapia debido a los inevitables
conflictos de poder e intereses de sus actores. Por otro lado, hablar de él, es
también referir a como el paso del tiempo invariablemente resitua los
verdaderos aportes teórico-clínicos más allá de las eventuales contingencias
coyunturales en que se desarrolla el conocimiento de la teoría psicológica.
Este fecundo analista, de
quien se ha dicho que era el más clínico de todos los analistas de la Primera
Generación y reconocido como un terapeuta extraordinario, promovió además entre
sus colegas la defensa de los derechos de los homosexuales marginados y
perseguidos en Europa de principios de siglo, y fue uno de los primeros
clínicos en ligar la homosexualidad a la patogenia de la paranoia. Fundador y
ex-presidente de la Asociación Internacional Psicoanalítica, tuvo un rol
preponderante en la formulación de Programas de entrenamiento para
psicoanalistas proponiendo mayor flexibilidad y una "intervención
activa" por parte de los terapeutas (abogando por evitar el uso de la
"neutralidad técnica" como un refugio de agresión pasiva tras la cual
se manifestaban pulsiones de frialdad y crueldad), a la vez que contribuyó
significativamente a la defensa de los psicoanalistas "no-médicos" y
al debate del tratamiento de las víctimas de abuso sexual infantil (Stanton,
1990).
El redescubrimiento de las
innovaciones de Ferenczi en las distintas áreas en desarrollo del psicoanálisis
actual, sus escritos lúcidos en observaciones clínicas, su propuesta de
integración de lo biológico y lo psicológico, el énfasis en la importancia del
terapeuta como "persona" y en la contratransferencia como parámetro
técnico, su noción del "lenguaje de la ternura y de la pasión", y su
desarrollo del utraquismo y del Bioanálisis, solo por citar algunos aspectos de
su obra, invitan a resituar a Sándor Ferenczi en la correcta posición que le
corresponde en el concierto psicoanalítico.
"Espíritu original,
audaz y creador, cauteloso al extremo de preservarse de todo dogmatismo y de
conservar, de esta forma, una completa autonomía de pensamiento y de acción,
Ferenczi creó una obra que aparece hoy en día como una de las mas atrayentes
que el psicoanálisis haya inspirado en su tiempo, ya que, animado por una
imaginación creadora permanente, imaginación muchas veces poblada de un
verdadero soplo poético y épico, está constantemente cruzada por las
intuiciones fulgurantes de su autor" (Bokanowski, 1997, p.5).
Destacado por un talento
poco común como terapeuta, Ferenczi quien recibía los casos más complejos
derivados por otros analistas de su tiempo, se abocó a la cura de lo que hoy
por hoy llamaríamos: trastornos graves de carácter, personalidades "como
si", estructuras "narcisistas" y pacientes limítrofes. Operando
en el límite mismo en el que los parámetros técnicos del método tradicional
flaqueaban, fue derivando poco a poco hacia una serie de consideraciones
técnicas y teóricas que fundarían las bases de una profunda divergencia teórica
entre él y Freud, a la fecha muy mal comprendida. Ferenczi propone una
renovación y una mutación de los parámetros psicoterapéuticos que
"inauguran un giro en la historia misma de ciertos conceptos claves del
psicoanálisis a los que hoy en día, todos los psicoanalistas recurren mas o
menos directamente, tanto en la teoría como en la práctica" (op.cit. p.
6), inicia la exploración de las regiones psíquicas más allá de lo edípico, de
lo simbólico, e intenta explicar las capacidades de escisión del funcionamiento
originario de la psiquis. Su obra incursiona en contenidos tales como: el
concepto de introyección y proyección "primitivas"; la regresión en
la cura psicoanalítica; la importancia de la contratransferencia en el
tratamiento y la necesidad del propio análisis del terapeuta (segunda
"regla fundamental" del análisis). También destaca la importancia en
ciertos pacientes de la necesidad de establecer una relación simbiótica
primitiva, y de prestar atención a los fantasmas precoces madre-hijo; al
entorno y las huellas psíquicas maternas; y a los problemas metapsicológicos
derivados de los vínculos. Realiza importantes distinciones entre el
traumatismo, lo traumático y el trauma; entre el clivaje del yo y el clivaje
narcisista como consecuencia de traumatismos psíquicos precoces; y entre el
clivaje de los pensamientos y el cuerpo (clivaje somatopsíquico). Asi mismo,
enfatiza la importancia para ciertos sujetos, de la necesidad de que se
reconozcan las descalificaciones de sus afectos y de sus sensaciones
subyacentes a un entorno traumatógeno (la "locura" maternal); y la
importancia del amor primario y el odio primario, entendiendo el odio como
medio de fijación mas fuerte que el amor (el amor del odio); y los problemas
del término de la cura psicoanalítica; entre otros temas (ibid).
De esta suerte incursionar
en un terreno tan prolífico e innovador, aventurarse en los inconmensurables
espacios metapsicológicos por él inaugurados, y aprehender sus propuestas aún
inexploradas, como el utraquismo y el Bioanálisis, parecieran demandarnos
inevitablemente un esfuerzo por conocer los antecedentes biográficos de una de
las historias más fascinantes que giran en el universo psicoanalítico. La
presentación de esta biografía de Sándor Ferenczi, es por tanto una revisión de
sus datos biográficos y el esbozo de un conjunto de hipótesis, las que si bien
no desarrolladas son al menos planteadas, con miras a una comprensión más
profunda de sus aportes teóricos y clínicos, y de su existencia. Este resumen
biográfico considera solo tangencialmente los antecedentes de carácter
profesional de la relación Freud y Ferenczi, tales como: las reuniones de los
Miércoles, el rol de Ferenczi en la Asociación Internacional Psicoanalítica
(IPA) y como "Gran Visir y Paladín Secreto", los primeros Congresos
de Psicoanálisis, el viaje a Estados unidos de ambos con Jung, el "Comité
Secreto" y las vicisitudes de las discrepancias teorico-técnicas entre
ambos. El principal propósito es acercarse a los datos más personales que
permiten vislumbrar la fascinante, compleja y profunda personalidad de Sándor
Ferenczi.
Los
orígenes
Sándor Ferenczi nació el 7
de julio de 1873 en Miskolcs, un pueblo provinciano en el norte de Hungría que,
frecuentemente, servía como el primer punto de parada para los inmigrantes
venidos desde el norte, cuando aun era Sándor Fränkel, (aunque en estricto
rigor Alexander Fränkel). Alexander ("el protector del hombre")
posteriormente cambiaria por su diminutivo Sándor (This, B., 1996, p. 77), en
tanto Fränkel, seis años después devendría Ferenczi. Su padre era Baruch
Fränkel nacido en Cracovia, Polonia en 1830, hijo de una familia de judíos
polacos, quienes habían emigrado a Hungría, posiblemente escapando de los
pogroms antisemitas. Su madre era Róza Eibenschütz, nacida también en Cracovia,
Polonia, el 11 de diciembre de 1840, quien se traslada poco después a Viena,
Austria. Si bien estos orígenes nos hablan de dos familias de inmigrantes judío
polacos, su influjo aun nos es demasiado oscuro para develar el impacto que
dicha condición marcaría en su identidad. No obstante, constituyen una señal de
las marcas atávicas que se inscribirán en su historia personal, tal como lo
testimonia el tradicional estereotipo de familia judía, la típica costumbre de
cambiar los nombres de pila de los hijos, la sólida noción de clan familiar y
la asignación de roles, y/o la profunda identidad idiosincrática judía (Freud,
1934-38).
Su padre, quien después
cambiaría su nombre por Bernath Fränkel, había participado activamente en la
revolución liberal, progresista y nacionalista de 1848, uniéndose a los
insurgentes que se oponían al Imperio Habsburgo, haciéndose acreedor de un
pasado radical y patriótico, él una vez instalado en Hungría llegaria ser
administrador y luego propietario de una librería, para finalmente ejercer la
profesión de impresor y editor de literatura radical y política de primera
línea, e instalar una agencia que organizaba conciertos para artistas de
renombre mundial. De él sabemos que en 1879, cambia su apellido Fränkel,
declinando el uso del apellido Ferenczy, signo de nobleza, por el más popular
Ferenczi, que en 1880 es elegido presidente de la Cámara de Comercio de
Miskolcs, y que en tanto prominente figura pública vinculado a la
intelectualidad de la época, congrega a su alrededor un numeroso grupo de
intelectuales, artistas y pensadores de la época.
Bernarth, en 1958, a la
edad de 28 años se había casado en Viena, con Róza Eibenschütz de 18 años, con
quien tendrá un total de doce hijos. A la edad de 43 años, nace su octavo hijo,
el pequeño Sándor, que según testimonios familiares habría sido el hijo
predilecto y quien lo habria acompañado en sus variadas actividades. Sándor,
dado los intereses culturales de su padre, habría pasado su infancia en una
atmósfera familiar e intelectualmente estimulante, destacándose como un alumno
brillante en el colegio protestante de su pueblo y, ya de adolescente se habría
dedicado a escribir poemas en el estilo de Heine y a experimentar con la
hipnosis cuando era todavía un estudiante de la escuela superior en Miskolcz.
Cuando Sándor tenía la edad de quince años, muere su padre a los 58 años,
dejándole una marca afectiva que lo acompañará durante toda su vida. Marca que
signará la relación entre él y Freud, y sea que la llamemos "complejo
paterno" o "desmentida del parricidio original", se articulará
como una de las matrices comprensivas de la historia por venir.
Su madre Róza Eibenschütz,
de quien sabemos poco, nos impacta como una mujer activa y dinámica, que
acompaña a su marido en las actividades laborales, sociales y públicas,
gobierna la numerosa familia, y preside la Unión de las Mujeres Judías de la
ciudad. A los 48 años, trás la muerte de Bernarth, nos sorprenderá como una
persona fuerte, que se hace cargo de la dirección de la librería y de la
imprenta administrándola con gran éxito, e instalando otra sucursal en una
ciudad vecina (Nyiregyhaza). Esta madre de doce hijos, cuenta con 33 años en el
momento de nacer Sándor, ha estado embarazada ocho de los quince años de
matrimonio y lo estará cuatro veces más en los próximos ocho años. Al momento
de nacer Sándor, el grupo filial lo componían: Enric, el mayor que tenía trece
años, Max, Sigmund -el hermano favorito de Sándor-, Ilona y María -antes
llamada Ribus (posiblemente Rebeca)-, Jacobo llamado Joseph y, finalmente la
pequeña Gizella de poco más de un año de edad. "Gizella y Sándor, hermano
y hermana de edades muy próximas, serán educados juntos, casi como si fueran
gemelos" (This, B., en Nasio, J., 1996, p. 82). Después de Sándor nacerían
Maritz-Caroline, Vilma -la décima hija quien morirá antes de su primer año de
vida en 1981 cuando Sándor tenía 8 años-, el hermano menor Lajos, y finalmente
en 1883, Sofía.
No hay duda que un
minucioso estudio de los implícitos de estos antecedentes: la disponibilidad
materna afectiva al interior del grupo familiar, el rol del padre-amado
fecundador perpetuo, prematuramente muerto, así como del efecto de este
numeroso grupo de hermanos, que Freud llamará el "complejo fraterno de
Ferenczi", arrojarán interesantes hipótesis en relación a las vicisitudes
del desarrollo psicológico de Ferenczi, su dramática búsqueda del amor de
pareja, su negada paternidad, su relación como "hermano mayor sin
reproches", y en especial, su relación experiencial-afectiva con Freud,
sugiriendo análisis ineludibles para comprender parte de los fundamentos
fenomenológicos del conjunto de teorizaciones construidas por Ferenczi, tal
como nos refiere B. This:
"Resulta evidente que
en esta difícil atmósfera familiar, el pequeño Sándor no pudo vivir la delectatio
indispensable para la plenitud de su ser y de su salud física. No hay
posibilidad alguna con esa madre hiperactiva y sobrepasada, por más inteligente
que fuera, de cumplir su ‘deseo vital’. Por tanto, no hay ‘seguridad básica’
haptonómica, confirmada en una relación de tranquilidad. Buscará constantemente
afirmarse intelectualmente, siempre en búsqueda de nuevos estímulos, en la vana
espera de lo que podría sosegarlo. Es la ‘catástrofe’ afectiva. Manifestará sin
cesar la intención de ser reconocido afectivamente en el ‘Bueno’ que es, pero
este anhelo jamás será colmado y su ser jamás será confirmado. Sólo encontrará
frustraciones cuya acumulación constituye un trauma cuando el deseo vital no se
realiza" (op. cit. pp. 83 - 84).
El
desarrollo
Estimulado por un ambiente
familiar rico en libros y música, Sándor desarrolló intereses culturales de
gran alcance: la librería paterna le permitía disponer de gran cantidad de
obras húngaras y extranjeras que tuvieron en él una gran influencia. Poetas
húngaros y los grandes autores franceses, poblaron sus horas de intelectualidad
y lo inician en la búsqueda de lecturas cuyas influencias filosóficas,
literarias y políticas, se sumarán a aquellas que provenían directamente de un
padre a la vez culto y radical. No obstante este clima librepensador en lo que
a política, filosofía y literatura se refiere, se acompaña de una propuesta
extremadamente reservada en relación a la vida afectiva, donde los contactos
físicos eran tan infrecuentes, así como los diálogos de intimidad, sobre el
cuerpo, el sexo o los afectos.
En este contexto Sándor nos
dirá: "Según mi recuerdo, es seguro que de niño yo recibí de ella (su
madre) demasiado poco amor y demasiada severidad, sentimentalismo y caricias
eran desconocidas en nuestra familia. Mientras que con mucho cuidado eran
cultivados sentimientos como: el respeto púdico hacia los padres"
(Ferenczi/Groddeck, Navidad 1921, pp. 55-56). ¿Será ésta una descripción de una
estructura familiar del tipo "como si", en la cual la existencia de un
componente de "sobreadaptación" cohexiste con un otro de velada
hipocresía en el que ocultar los malos hábitos fuera lo más importante? Así, el
joven Sándor desarrollará por una doble vertiente: por un lado, un excelente
alumno, joven poeta, tímido, nunca empleando palabras obscenas; y por otro, el
onanista secreto, explorador de juegos infantiles homosexuales, quien frecuenta
a escondidas prostitutas con dinero robado de los ingresos familiares. No
obstante, Sándor intenta en determinados momentos ligar ambas dimensiones,
dejando, por ejemplo, ante la vista de su madre, "olvidada" una lista
de palabras obscenas escritas por él, pero que inevitablemente provocarán
sermones moralizadores, inductores de culpa, más que una acogida maternal que
de cuenta del real significado de esa conducta.
Ahora bien, esta madre
abandonante por un lado, y admirable educadora por el otro, signará en Sándor
una relación profundamente ambivalente, la que sumada a ciertas experiencias
con nodrizas e institutrices, inevitables sustitutos maternos en este
escenario, fundarán las condiciones del drama afectivo que cruzaría toda su
vida, ofreciéndole una triple vertiente experiencial: el desgarramiento
permanente entre el amor a dos mujeres, la real y el fantasma; la posibilidad
de hacer de este, su drama, una fuente de conocimientos de lo intrínsecamente
humano, y de ahí la osadía de compartirlo; y un material humano propicio para
que sobre él se escarneciera una sociedad, que reprodujera a través de E. Jones
primero, y el mundo psicoanalítico después, los idénticos patrones familiares,
bajo los cuales "designificando" una experiencia compleja, se hace
posible organizar un discurso "operatorio" que vehiculiza en su
designificación pulsiones enmascaradas, creando una realidad "como
si" u operatoria.
De su infancia sabemos de
ciertos eventos de naturaleza traumática de tipo sexual: de juegos sexuales con
cierta empleada, la que "... me permitió jugar con sus senos, pero luego
apretó mi cabeza entre sus piernas, de modo que me asusté y sentí que me estaba
sofocando" (Stanton,1990, p. 109); de una fálica rivalidad con su hermano
Karl; de intensas emociones rabiosas hacia una madre excesivamente fuerte (en
contraste al "débil" padre amado); y de un evento de "seducción"
de parte de un niño de 6 años cuando el tenía alrededor de 5: "su pene era
más grande, ‘bellamente tostado’, y con venas azules. (...) él me sedujo
[verleite er mich] permitiéndome meter su pene en mi boca. Yo recuerdo el
sentimiento de asco que surgió fuertemente en mí (temí que hubiese orinado en
mi boca). No le permití hacerlo por segunda vez" (op. cit., p. 110).
Cuando Sándor está proximo
a cumplir los 15 años, su familia se relaciona cercanamente con la familia
Altschul, de la cual Gizella Altschul, quien a la sazón tenía 23 años, es una
de sus miembros. Gizella pronto se casará con Géza Pálos, con quien tendrá dos
hijas, Elma y Magda. (Magda se casará más tarde con el hermano menor de Sándor,
Lajos). Sándor posteriormente se enamorará apasionadamente de Gizella, y luego
de su hija Elma, inaugurando desde esta "compulsión a la repetición"
que movilizará su "retorno de lo inconsciente", la estructura
fundamental del drama afectivo que lo conflictuará por el resto de su vida.
La
formación en medicina
Después de una exitosa trayectoria
en la Escuela Protestante de Miskolcz, Sándor Ferenczi viaja a Viena y se
inscribe en la Universidad para estudiar medicina, llegando a vivir a la casa
de un tío, hermano de su padre: Zsiga (Sigmund) Fränkel, y frecuenta a su
familia materna, iniciando una vida más relajada que durante su periodo
escolar. "Sus años de estudio representaron su primera experiencia de
independencia (...) a diferencia de su periodo escolar, no fue un alumno
demasiado estudioso en la universidad; prefería dedicarse a la buena vida"
(Balint, M., 1968 ,p. 13). Su hermano favorito Sigmund, en ese entonces está
trabajando en una papelería cerca de Viena, así que los hermanos compartirán
tiempo juntos y practicarán alpinismo.
Ferenczi obtiene su diploma
de médico en 1894, a la edad de 21 años, y consecutivamente hace su servicio
militar en la armada austro-húngara, decidiendo tras su regreso especializarse
en neurología y psiquiatría, desarrollando su pasión por la hipnosis reforzada
por la literatura francesa sobre hipnosis e histeria, y acercándose por primera
vez al trabajo de Freud con Breuer. En este período su pensamiento se ve
influenciado principalmente por su amigo y redactor jefe de una de las
principales revistas médicas de Hungría, el diario médico Gyógyàszat, Max Schächter,
al punto de hacerse llamar en broma como "Schächter miniatura" En él,
Sándor ve un modelo de formación de carácter y buscará mostrarse digno de tan
respetable modelo. Durante 1897, se inscribe como interno en el Rókus Hospital
en Budapest, especializándose en neurología y neuropatología, y en 1898 pasa a
ser doctor auxiliar en el Hospicio de los Pobres Elizabeth en Budapest al
servicio de los desposeídos y las prostitutas.
Durante esta época se le
pide que realice un comentario para la revista húngara dirigida por Schächter
de la "Interpretación de los sueños" de Freud, cosa que él hace
leyendo el texto superficialmente y concluyendo que dicho material no vale la
pena de ser tomado en cuenta, sin ni siquiera juzgar oportuno considerar si
contenía al menos algún elemento de verdad. Posteriormente, esta misma
experiencia le permitirá en un descarnado autoanálisis mirar sus propias
resistencias a aceptar un material que se situaba en el centro mismo de su
mayor herida psicológica y afectiva, y que sustentaba su actitud frente a la
sexualidad y a sus reprimidas representaciones.
Durante este período inicia
una serie de publicaciones, llamadas actualmente "Los escritos de Budapest
" (Ferenczi, 1899-1907) dentro de los cuales destacan sus escritos preanalíticos
tales como: "Espiritismo" (1899), "Dos errores de
diagnóstico" y "Consciencia y Desarrollo" (1900), "El Amor
en las Ciencias" (1901), "La homosexualidad femenina" (1902),
"Encefalopatías saturninas" (1903), "El valor terapéutico de la
hipnosis" (1904), "Acerca de la neurastenia" y "Estados
sexuales intermedios" (1905), "Acerca del tratamiento por sugestión
hipnótica" (1906) y más de cincuenta artículos sobre la condición física
de los más "desfavorecidos", en su mayor parte basados en su trabajo
con prostitutas. En muchos de estos textos prefiguran ya algunos elementos de
sus más tardíos trabajos sobre categorías clínicas: el proceso de la cura, la
relación terapeuta-paciente, y el "Bioanálisis"; conjugándose en
ellos un Ferenczi pre-psicoanalítico, cuya capacidad de observación, de
análisis y de reflexión se desplaza ya fluidamente en el conjunto
"utraquístico" de lo biológico, lo psicológico y lo fenomenológico
(clínico). Años después, estos intereses y preocupaciones se presentisarán en el
discurso psicoanalítico como un conjunto de conceptos que surgidos de su pluma,
inaugurarán espacios de discusión inéditos con temas tales como
"transferencia", "contratransferencia", "relaciones de
objetos", "introyección", "edipo",
"clivaje", "automatismo de repetición" y también polémicos,
como "terapia activa", "terapia de la indulgencia",
"análisis mutual", "lenguaje de la ternura y de la pasión",
entre otros.
Sándor al inicio de su
tercera década de vida, ejerce como médico, escribe prolíficamente y participa de
modo activo en la vida política húngara, llegando a ser el representante del
Comité Humanitario Internacional para la Defensa de los Homosexuales, - fundado
por Magnus Hirschfeld en 1897 -, abogando por reformas legales, haciendo
proselitismo y sensibilizando a sus pares sobre el tema en oposición a la
perspectiva propuesta por las eminencias de ese entonces Krafft-Ebing y Möbius,
en especial en relación a la consideración de la homosexualidad como una una
enfermedad degenerativa. En la misma línea, alrededor de 1903, fustiga el orden
médico conservador al cuestionar la actitud de la institución médica, señalando
la hipocresía y los dobles estándares con que los médicos desarrollan una
supuesta ética profesional hacia sus pacientes, su rol y sus pares.
Desde este escenario, el
joven médico húngaro que acumula progresivamente una sustanciosa experiencia
médica, clínica y terapéutica, va espontáneamente convergiendo hacia todo
aquello que le clarifique los complejos mecanismos que subyacen a la
experiencia humana. El sabe de Jung y de su "Test de la Asociación de
palabras", se compra un cronómetro y durante un tiempo aplica dicha
metodología a cualquiera que estuviera dispuesto a trabajar en ello para luego,
gracias a la influencia de Phillipe Stein, retomar los artículos originalmente
leídos y descartados de Breuer y Freud, y desde esta segunda perspectiva
cristalizar toda la experiencia acumulada, acercandose definitivamente al
pensamiento de lo inconsciente, de la psicología profunda que se gestaba en la mente
de Sigmund Freud.
Este joven profesional, nos
impacta como un talentoso médico, prolífico en su pluma, militante activo de la
defensa de los desposeídos (prostitutas, pobres, homosexuales), critico e
innovador en su pensamiento, "espíritu cultivado, ecléctico e
insaciablemente curioso (...) un hombre cuya sensibilidad, personalidad firme y
deseo de cuidar a los otros.." (Bokanowski, 1997., p. 10) lo convierten en
un ser particularmente no contestatario, aunque profundamente subversivo, en
síntesis, una personalidad genuinamente revolucionaria, que preludia aquello
que inevitablemente subyugaría a Freud.
El
encuentro con Freud
La relación Freud y
Ferenczi, merece una especial atención pues lo primero que impresiona es lo
poco o mal entendida que ella ha sido a través de gran parte de la literatura
especializada. Primero que nada porque ya es un lugar común plantear que Freud
después de su tormentosa relación con Fliess, nunca más habría mantenido un
vínculo tan profundo con ningun otro, en segundo lugar porque cuando se alude a
la relación Freud-Ferenczi generalmente se enfatizan los conflictos suscitados
entre ambos a partir de la reiteradas demandas afectivas de Ferenczi, los
conflictos emocionales de este y las divergencias teóricas que ambos tuvieron en
los últimos tiempos. En tercer y ultimo lugar por que al hablar de la amistad
de estos dos hombres, a pesar de la evidente diferencia de edad, se lo hace
como si ambos fueran coetáneos y no se consideran los distintos momentos
evolutivos que cada uno experimentaba producto de sus individuales desarrollos
humanos.
Situación paradojal y
tragicómica, si se considera que la mayoría de los estudios acerca de la
historia del movimiento psicoanalítico de Jones, Gay, Kerr, Rodrigué, solo por
citar algunos, se basan en las correspondencia de ambos y donde la intensidad
de los contenidos vertidos en ella no dejan lugar a dudas de la profundidad del
vínculo, considerando los diecisiete años de diferencia que los separaban.
Desde esta perspectiva cabe destacar que "Ferenczi fue quien mayor
intimidad mantuvo con Freud de todos los analistas de la nueva generación que
se agruparon en torno a éste; fue el primero en ser llamado por Freud ‘querido
amigo’ en sus cartas, el único que fue invitado a viajar con él durante sus
vacaciones celosamente ocultadas (Balint, M., 1968, p.11). Referencias incluso
mezquinas, cuando obvían que fue también el analista testigo por más de dos
décadas de la historia del movimiento, testigo directo de las vicisitudes
Freud-Jung, segundo hijo amado por Freud, sucesor designado frente a la
eventual muerte de Freud, corresponsal de más de 2.500 cartas, paladín y gran
visir secreto, hitos todos que no alcanzan siquiera a palidecer frente a las
controversiales contingencias experimentadas por ambos, pero que
sorprendentemente han quedado diluidos como si una intención predeterminada
aspirase a desperfilar este vínculo por contener en si el germen de una amenaza
nunca dilucidada.
Sabemos que Jung viaja a
Viena el domingo 3 de Marzo de 1907 a visitar a Freud, y asiste al Encuentro de
los Miércoles del círculo de Freud en la tarde del 6 de Marzo. "La semana
siguiente, Jung prosigue a Budapest y se encuentra con el Dr. Stein
(1867-1918), un amigo y colega de Ferenczi. Jung y Ferenczi se encuentran y
mantienen largas conversaciones durante esta visita. El 28 de Junio, Jung
escribe a Freud que "El Dr. Stein de Budapest y otro especialista mental,
el Dr. Ferenczi, quieren visitarlo por algún tiempo en Viena y me han pedido
que le pregunte cuando sería más conveniente para usted" (Freud/Jung, 28
de junio de 1907). Preparadas las condiciones, no será sino hasta el domingo 2
de Febrero de 1908, que Stein y Ferenczi visitan a Freud produciéndose el
primer encuentro que marcará un hito en el desarrollo del movimiento
psicoanalítico. Freud esta cercano a los 52 años en tanto que Ferenczi tenía 34
años. No obstante la diferencia de edad, Ferenczi y Freud congenian tanto que
éste último lo invita a presentar un trabajo en el Primer Congreso
Psicoanalítico en Salzburgo y, hecho inaudito, a encontrarse en Agosto con él y
su familia en Berchtesgaden, donde pasaban las vacaciones estivales. Se
iniciaría así una amistad que durará 25 años.
Amistad que llevará a Freud
a confesar su deseo de que Ferenczi hubiese sido su yerno (M.Stanton alude al
deseo de que Ferenczi desposará a Matilde, C. Lorin lo refiere a Anna), amistad
de la que espera contar con un par, en la que el "querido amigo"
devendrá "querido hijo", y llegara a ser su paciente durante tres semanas
en septiembre de 1914 -análisis que debió interrumpirse por la movilización
militar de Ferenczi y que se continua en junio de 1916 durante tres semanas
más, a razón de dos horas diarias-, e informal a lo largo de la vida, y en la
cual lo investirá, primero su paladín secreto y luego su "futuro
sucesor". Para Ferenczi, en tanto, Freud será el "padre que
aparentemente no temerá apoyarse en su hijo", aquel a quien osará ofrecer
su ayuda terapéutica. Esta amistad los llevara a vacacionar juntos en Berchtesgaden
(1908), USA (1909), Leyde, París, Roma, Nápoles, Palermo y Siracusa (1910)
-dando origen al estigmatizado "incidente de Palermo" cuya
interpretación requeriría una consideración mas detallada del momento de la
relación y de las edades de los actores, que una literalidad de los juicios
vertidos durante ella-, en las Dolomitas (1911), en Roma (1912), en Dalmacia
(1912), y en Corfu -Grecia- (1913).
Rescatemos de entre ellos
el viaje de 1909, cuando Freud es invitado junto a Carl Jung a Estados Unidos,
para dictar una serie de conferencias en la Universidad de Clark, invitando a
Ferenczi a unirse a ellos. Durante esa ocasión la amistad de los tres hombres
se estrechara profundamente, ellos discutirán sobre psicoanálisis, comentaran
las conferencias de Freud, y estrecharan sus vínculos de forma tal, que los
intercambios epistolares entre Freud y Ferenczi (Ferenczi/Freud, 1908-1914)
devendrán más cálidos, más estrechos e íntimos. Terminado este año, Ferenczi
publicará "Transferencia e Introyección". Esta experiencia permitirá
a los tres hombres, analizarse recíprocamente, interpretarse sueños y dialogar
en torno a todo aquello que podemos imaginar que llenaría su espacio
intelectual, y sentara las bases de una historia que los unirá en los momentos
de crisis profesionales, afectivas y sociopolíticas. Paradojalmente, aunque la
literatura especializada comenta este periodo de tiempo, nunca aparece con
claridad la real significación que una historia de esta naturaleza alcanza en
un vinculo de amistad, en términos de estabilidad, profundidad e intimidad; y
por el contrario, eventos puntuales nutren a aquellos que, en un análisis de
tipo "pars pro toto", decriben un estilo de relación que desminte el
significado total del conjunto de eventos.
A partir del reconocimiento
explícito de Freud de que muchos de los textos tanto de él como de Ferenczi
habrían sido trabajados en conjunto (Freud, S., 1933), portando así tanto un
saber del uno como del otro; y sumándose al obvio reconocimiento de que el
sabio vienés nutrió su plexo de hipótesis analíticas con algunas de las
geniales intuiciones del psiquiatra húngaro -tal como lo testimonia el concepto
de "edipo" (Kerr, J., 1993), de "transferencia y
contratransferencia", de "relaciones preobjetales y objetales",
entre otros-, surge la duda, apoyada además por la comparación de los estilos
literarios, de la edad y madurez profesional de cada uno, del entrenamiento
previo en el manejo de conceptos psicodinámicos, de cuanto el artículo
"Transferencia e Introyección" (1909c) tiene de Ferenczi y cuanto de
Freud. Esta hipótesis, que por un lado nos plantea el reto de estudiar la
estructura del discurso de Ferenczi en sus escritos pre-analíticos, tan
arduamente rescatados por C. Lorin en los "Escritos de Budapest de Sándor
Ferenczi" (1899-1907), a su vez podría testimoniar un grado de confianza,
intimidad y comunión tal entre estos dos hombres, que humanizaría una relación,
la cual a pesar de los intentos de profundización y estudio, tiende a ser
vivida como si en ella se tratase de "objetos parciales".
Hipótesis cruda si una
colaboración de este tipo viniese a articularse como una desmentida del talento
de Ferenczi, o una afirmación de la habilidad manipulativa o
instrumentalizadora de Freud, como se ha querido ocasionalmente interpretar en
relación al surgimiento de la Asociación Psicoanalítica Internacional, y que
Freud nunca desmintió. Articulación que amenaza con situar todo posible
conocimiento histórico en una cadena, de la cual lo psicoanalítico no ha podido
desprenderse, que convierte cualquier dato complejo de realidad en ideología,
juego de poder y contradefensa ante la peligrosidad de un gran Otro, y que
deshumaniza profundamente el proceso de desarrollo del saber psicoanalítico,
del psicoanálisis y de la orgánica psicoanalítica. Parece preferible, como
decía Ferenczi "no hay un derecho superior a aquel de la verdad"
(Ferenczi, S., 1899-1907, p. 255), plantear una hipótesis de esta naturaleza en
miras a determinar la verdadera cualidad humana de Ferenczi y el grado y
profundidad de la relación de amistad de ambos, toda vez que la factibilidad de
este hecho solo vendría a dar cuenta de la compleja dinámica de un proceso
histórico, como el que Freud realizó con la creación, desarrollo y
consolidación del saber analítico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario