jueves, 19 de julio de 2012

Biografías - Sándor Ferenczi PARTE 1



                      Biografía de Sándor Ferenczi por Juan V. Gallardo C.                                                                Director de Indepsi 



"Hungría, tan íntimamente enlazada a Austria 
desde el punto de vista geográfico
como ajeno a ella científicamente,
no nos ha aportado hasta ahora más
que un solo colaborador: S. Ferenczi;
pero tal, que vale por una asociación entera
"
(Freud, 1914, p. 1911).


Introducción
Presentar la biografía de Sándor Ferenczi, el llamado "enfant terrible" del psicoanálisis, es intentar hacer presente uno de los espíritus más claros y lúcidos de la primera generación de psicoanalistas y, simultáneamente, brindar un claro ejemplo de como variables extra-psicoterapéuticas se entremezclan, interfiriendo y distorsionando el desarrollo de la psicoterapia debido a los inevitables conflictos de poder e intereses de sus actores. Por otro lado, hablar de él, es también referir a como el paso del tiempo invariablemente resitua los verdaderos aportes teórico-clínicos más allá de las eventuales contingencias coyunturales en que se desarrolla el conocimiento de la teoría psicológica.
Este fecundo analista, de quien se ha dicho que era el más clínico de todos los analistas de la Primera Generación y reconocido como un terapeuta extraordinario, promovió además entre sus colegas la defensa de los derechos de los homosexuales marginados y perseguidos en Europa de principios de siglo, y fue uno de los primeros clínicos en ligar la homosexualidad a la patogenia de la paranoia. Fundador y ex-presidente de la Asociación Internacional Psicoanalítica, tuvo un rol preponderante en la formulación de Programas de entrenamiento para psicoanalistas proponiendo mayor flexibilidad y una "intervención activa" por parte de los terapeutas (abogando por evitar el uso de la "neutralidad técnica" como un refugio de agresión pasiva tras la cual se manifestaban pulsiones de frialdad y crueldad), a la vez que contribuyó significativamente a la defensa de los psicoanalistas "no-médicos" y al debate del tratamiento de las víctimas de abuso sexual infantil (Stanton, 1990).
El redescubrimiento de las innovaciones de Ferenczi en las distintas áreas en desarrollo del psicoanálisis actual, sus escritos lúcidos en observaciones clínicas, su propuesta de integración de lo biológico y lo psicológico, el énfasis en la importancia del terapeuta como "persona" y en la contratransferencia como parámetro técnico, su noción del "lenguaje de la ternura y de la pasión", y su desarrollo del utraquismo y del Bioanálisis, solo por citar algunos aspectos de su obra, invitan a resituar a Sándor Ferenczi en la correcta posición que le corresponde en el concierto psicoanalítico.
"Espíritu original, audaz y creador, cauteloso al extremo de preservarse de todo dogmatismo y de conservar, de esta forma, una completa autonomía de pensamiento y de acción, Ferenczi creó una obra que aparece hoy en día como una de las mas atrayentes que el psicoanálisis haya inspirado en su tiempo, ya que, animado por una imaginación creadora permanente, imaginación muchas veces poblada de un verdadero soplo poético y épico, está constantemente cruzada por las intuiciones fulgurantes de su autor" (Bokanowski, 1997, p.5).
Destacado por un talento poco común como terapeuta, Ferenczi quien recibía los casos más complejos derivados por otros analistas de su tiempo, se abocó a la cura de lo que hoy por hoy llamaríamos: trastornos graves de carácter, personalidades "como si", estructuras "narcisistas" y pacientes limítrofes. Operando en el límite mismo en el que los parámetros técnicos del método tradicional flaqueaban, fue derivando poco a poco hacia una serie de consideraciones técnicas y teóricas que fundarían las bases de una profunda divergencia teórica entre él y Freud, a la fecha muy mal comprendida. Ferenczi propone una renovación y una mutación de los parámetros psicoterapéuticos que "inauguran un giro en la historia misma de ciertos conceptos claves del psicoanálisis a los que hoy en día, todos los psicoanalistas recurren mas o menos directamente, tanto en la teoría como en la práctica" (op.cit. p. 6), inicia la exploración de las regiones psíquicas más allá de lo edípico, de lo simbólico, e intenta explicar las capacidades de escisión del funcionamiento originario de la psiquis. Su obra incursiona en contenidos tales como: el concepto de introyección y proyección "primitivas"; la regresión en la cura psicoanalítica; la importancia de la contratransferencia en el tratamiento y la necesidad del propio análisis del terapeuta (segunda "regla fundamental" del análisis). También destaca la importancia en ciertos pacientes de la necesidad de establecer una relación simbiótica primitiva, y de prestar atención a los fantasmas precoces madre-hijo; al entorno y las huellas psíquicas maternas; y a los problemas metapsicológicos derivados de los vínculos. Realiza importantes distinciones entre el traumatismo, lo traumático y el trauma; entre el clivaje del yo y el clivaje narcisista como consecuencia de traumatismos psíquicos precoces; y entre el clivaje de los pensamientos y el cuerpo (clivaje somatopsíquico). Asi mismo, enfatiza la importancia para ciertos sujetos, de la necesidad de que se reconozcan las descalificaciones de sus afectos y de sus sensaciones subyacentes a un entorno traumatógeno (la "locura" maternal); y la importancia del amor primario y el odio primario, entendiendo el odio como medio de fijación mas fuerte que el amor (el amor del odio); y los problemas del término de la cura psicoanalítica; entre otros temas (ibid).
De esta suerte incursionar en un terreno tan prolífico e innovador, aventurarse en los inconmensurables espacios metapsicológicos por él inaugurados, y aprehender sus propuestas aún inexploradas, como el utraquismo y el Bioanálisis, parecieran demandarnos inevitablemente un esfuerzo por conocer los antecedentes biográficos de una de las historias más fascinantes que giran en el universo psicoanalítico. La presentación de esta biografía de Sándor Ferenczi, es por tanto una revisión de sus datos biográficos y el esbozo de un conjunto de hipótesis, las que si bien no desarrolladas son al menos planteadas, con miras a una comprensión más profunda de sus aportes teóricos y clínicos, y de su existencia. Este resumen biográfico considera solo tangencialmente los antecedentes de carácter profesional de la relación Freud y Ferenczi, tales como: las reuniones de los Miércoles, el rol de Ferenczi en la Asociación Internacional Psicoanalítica (IPA) y como "Gran Visir y Paladín Secreto", los primeros Congresos de Psicoanálisis, el viaje a Estados unidos de ambos con Jung, el "Comité Secreto" y las vicisitudes de las discrepancias teorico-técnicas entre ambos. El principal propósito es acercarse a los datos más personales que permiten vislumbrar la fascinante, compleja y profunda personalidad de Sándor Ferenczi.


Los orígenes
Sándor Ferenczi nació el 7 de julio de 1873 en Miskolcs, un pueblo provinciano en el norte de Hungría que, frecuentemente, servía como el primer punto de parada para los inmigrantes venidos desde el norte, cuando aun era Sándor Fränkel, (aunque en estricto rigor Alexander Fränkel). Alexander ("el protector del hombre") posteriormente cambiaria por su diminutivo Sándor (This, B., 1996, p. 77), en tanto Fränkel, seis años después devendría Ferenczi. Su padre era Baruch Fränkel nacido en Cracovia, Polonia en 1830, hijo de una familia de judíos polacos, quienes habían emigrado a Hungría, posiblemente escapando de los pogroms antisemitas. Su madre era Róza Eibenschütz, nacida también en Cracovia, Polonia, el 11 de diciembre de 1840, quien se traslada poco después a Viena, Austria. Si bien estos orígenes nos hablan de dos familias de inmigrantes judío polacos, su influjo aun nos es demasiado oscuro para develar el impacto que dicha condición marcaría en su identidad. No obstante, constituyen una señal de las marcas atávicas que se inscribirán en su historia personal, tal como lo testimonia el tradicional estereotipo de familia judía, la típica costumbre de cambiar los nombres de pila de los hijos, la sólida noción de clan familiar y la asignación de roles, y/o la profunda identidad idiosincrática judía (Freud, 1934-38).
Su padre, quien después cambiaría su nombre por Bernath Fränkel, había participado activamente en la revolución liberal, progresista y nacionalista de 1848, uniéndose a los insurgentes que se oponían al Imperio Habsburgo, haciéndose acreedor de un pasado radical y patriótico, él una vez instalado en Hungría llegaria ser administrador y luego propietario de una librería, para finalmente ejercer la profesión de impresor y editor de literatura radical y política de primera línea, e instalar una agencia que organizaba conciertos para artistas de renombre mundial. De él sabemos que en 1879, cambia su apellido Fränkel, declinando el uso del apellido Ferenczy, signo de nobleza, por el más popular Ferenczi, que en 1880 es elegido presidente de la Cámara de Comercio de Miskolcs, y que en tanto prominente figura pública vinculado a la intelectualidad de la época, congrega a su alrededor un numeroso grupo de intelectuales, artistas y pensadores de la época.
Bernarth, en 1958, a la edad de 28 años se había casado en Viena, con Róza Eibenschütz de 18 años, con quien tendrá un total de doce hijos. A la edad de 43 años, nace su octavo hijo, el pequeño Sándor, que según testimonios familiares habría sido el hijo predilecto y quien lo habria acompañado en sus variadas actividades. Sándor, dado los intereses culturales de su padre, habría pasado su infancia en una atmósfera familiar e intelectualmente estimulante, destacándose como un alumno brillante en el colegio protestante de su pueblo y, ya de adolescente se habría dedicado a escribir poemas en el estilo de Heine y a experimentar con la hipnosis cuando era todavía un estudiante de la escuela superior en Miskolcz. Cuando Sándor tenía la edad de quince años, muere su padre a los 58 años, dejándole una marca afectiva que lo acompañará durante toda su vida. Marca que signará la relación entre él y Freud, y sea que la llamemos "complejo paterno" o "desmentida del parricidio original", se articulará como una de las matrices comprensivas de la historia por venir.
Su madre Róza Eibenschütz, de quien sabemos poco, nos impacta como una mujer activa y dinámica, que acompaña a su marido en las actividades laborales, sociales y públicas, gobierna la numerosa familia, y preside la Unión de las Mujeres Judías de la ciudad. A los 48 años, trás la muerte de Bernarth, nos sorprenderá como una persona fuerte, que se hace cargo de la dirección de la librería y de la imprenta administrándola con gran éxito, e instalando otra sucursal en una ciudad vecina (Nyiregyhaza). Esta madre de doce hijos, cuenta con 33 años en el momento de nacer Sándor, ha estado embarazada ocho de los quince años de matrimonio y lo estará cuatro veces más en los próximos ocho años. Al momento de nacer Sándor, el grupo filial lo componían: Enric, el mayor que tenía trece años, Max, Sigmund -el hermano favorito de Sándor-, Ilona y María -antes llamada Ribus (posiblemente Rebeca)-, Jacobo llamado Joseph y, finalmente la pequeña Gizella de poco más de un año de edad. "Gizella y Sándor, hermano y hermana de edades muy próximas, serán educados juntos, casi como si fueran gemelos" (This, B., en Nasio, J., 1996, p. 82). Después de Sándor nacerían Maritz-Caroline, Vilma -la décima hija quien morirá antes de su primer año de vida en 1981 cuando Sándor tenía 8 años-, el hermano menor Lajos, y finalmente en 1883, Sofía.
No hay duda que un minucioso estudio de los implícitos de estos antecedentes: la disponibilidad materna afectiva al interior del grupo familiar, el rol del padre-amado fecundador perpetuo, prematuramente muerto, así como del efecto de este numeroso grupo de hermanos, que Freud llamará el "complejo fraterno de Ferenczi", arrojarán interesantes hipótesis en relación a las vicisitudes del desarrollo psicológico de Ferenczi, su dramática búsqueda del amor de pareja, su negada paternidad, su relación como "hermano mayor sin reproches", y en especial, su relación experiencial-afectiva con Freud, sugiriendo análisis ineludibles para comprender parte de los fundamentos fenomenológicos del conjunto de teorizaciones construidas por Ferenczi, tal como nos refiere B. This:
"Resulta evidente que en esta difícil atmósfera familiar, el pequeño Sándor no pudo vivir la delectatio indispensable para la plenitud de su ser y de su salud física. No hay posibilidad alguna con esa madre hiperactiva y sobrepasada, por más inteligente que fuera, de cumplir su ‘deseo vital’. Por tanto, no hay ‘seguridad básica’ haptonómica, confirmada en una relación de tranquilidad. Buscará constantemente afirmarse intelectualmente, siempre en búsqueda de nuevos estímulos, en la vana espera de lo que podría sosegarlo. Es la ‘catástrofe’ afectiva. Manifestará sin cesar la intención de ser reconocido afectivamente en el ‘Bueno’ que es, pero este anhelo jamás será colmado y su ser jamás será confirmado. Sólo encontrará frustraciones cuya acumulación constituye un trauma cuando el deseo vital no se realiza" (op. cit. pp. 83 - 84).


El desarrollo
Estimulado por un ambiente familiar rico en libros y música, Sándor desarrolló intereses culturales de gran alcance: la librería paterna le permitía disponer de gran cantidad de obras húngaras y extranjeras que tuvieron en él una gran influencia. Poetas húngaros y los grandes autores franceses, poblaron sus horas de intelectualidad y lo inician en la búsqueda de lecturas cuyas influencias filosóficas, literarias y políticas, se sumarán a aquellas que provenían directamente de un padre a la vez culto y radical. No obstante este clima librepensador en lo que a política, filosofía y literatura se refiere, se acompaña de una propuesta extremadamente reservada en relación a la vida afectiva, donde los contactos físicos eran tan infrecuentes, así como los diálogos de intimidad, sobre el cuerpo, el sexo o los afectos.
En este contexto Sándor nos dirá: "Según mi recuerdo, es seguro que de niño yo recibí de ella (su madre) demasiado poco amor y demasiada severidad, sentimentalismo y caricias eran desconocidas en nuestra familia. Mientras que con mucho cuidado eran cultivados sentimientos como: el respeto púdico hacia los padres" (Ferenczi/Groddeck, Navidad 1921, pp. 55-56). ¿Será ésta una descripción de una estructura familiar del tipo "como si", en la cual la existencia de un componente de "sobreadaptación" cohexiste con un otro de velada hipocresía en el que ocultar los malos hábitos fuera lo más importante? Así, el joven Sándor desarrollará por una doble vertiente: por un lado, un excelente alumno, joven poeta, tímido, nunca empleando palabras obscenas; y por otro, el onanista secreto, explorador de juegos infantiles homosexuales, quien frecuenta a escondidas prostitutas con dinero robado de los ingresos familiares. No obstante, Sándor intenta en determinados momentos ligar ambas dimensiones, dejando, por ejemplo, ante la vista de su madre, "olvidada" una lista de palabras obscenas escritas por él, pero que inevitablemente provocarán sermones moralizadores, inductores de culpa, más que una acogida maternal que de cuenta del real significado de esa conducta.
Ahora bien, esta madre abandonante por un lado, y admirable educadora por el otro, signará en Sándor una relación profundamente ambivalente, la que sumada a ciertas experiencias con nodrizas e institutrices, inevitables sustitutos maternos en este escenario, fundarán las condiciones del drama afectivo que cruzaría toda su vida, ofreciéndole una triple vertiente experiencial: el desgarramiento permanente entre el amor a dos mujeres, la real y el fantasma; la posibilidad de hacer de este, su drama, una fuente de conocimientos de lo intrínsecamente humano, y de ahí la osadía de compartirlo; y un material humano propicio para que sobre él se escarneciera una sociedad, que reprodujera a través de E. Jones primero, y el mundo psicoanalítico después, los idénticos patrones familiares, bajo los cuales "designificando" una experiencia compleja, se hace posible organizar un discurso "operatorio" que vehiculiza en su designificación pulsiones enmascaradas, creando una realidad "como si" u operatoria.
De su infancia sabemos de ciertos eventos de naturaleza traumática de tipo sexual: de juegos sexuales con cierta empleada, la que "... me permitió jugar con sus senos, pero luego apretó mi cabeza entre sus piernas, de modo que me asusté y sentí que me estaba sofocando" (Stanton,1990, p. 109); de una fálica rivalidad con su hermano Karl; de intensas emociones rabiosas hacia una madre excesivamente fuerte (en contraste al "débil" padre amado); y de un evento de "seducción" de parte de un niño de 6 años cuando el tenía alrededor de 5: "su pene era más grande, ‘bellamente tostado’, y con venas azules. (...) él me sedujo [verleite er mich] permitiéndome meter su pene en mi boca. Yo recuerdo el sentimiento de asco que surgió fuertemente en mí (temí que hubiese orinado en mi boca). No le permití hacerlo por segunda vez" (op. cit., p. 110).
Cuando Sándor está proximo a cumplir los 15 años, su familia se relaciona cercanamente con la familia Altschul, de la cual Gizella Altschul, quien a la sazón tenía 23 años, es una de sus miembros. Gizella pronto se casará con Géza Pálos, con quien tendrá dos hijas, Elma y Magda. (Magda se casará más tarde con el hermano menor de Sándor, Lajos). Sándor posteriormente se enamorará apasionadamente de Gizella, y luego de su hija Elma, inaugurando desde esta "compulsión a la repetición" que movilizará su "retorno de lo inconsciente", la estructura fundamental del drama afectivo que lo conflictuará por el resto de su vida.


La formación en medicina
Después de una exitosa trayectoria en la Escuela Protestante de Miskolcz, Sándor Ferenczi viaja a Viena y se inscribe en la Universidad para estudiar medicina, llegando a vivir a la casa de un tío, hermano de su padre: Zsiga (Sigmund) Fränkel, y frecuenta a su familia materna, iniciando una vida más relajada que durante su periodo escolar. "Sus años de estudio representaron su primera experiencia de independencia (...) a diferencia de su periodo escolar, no fue un alumno demasiado estudioso en la universidad; prefería dedicarse a la buena vida" (Balint, M., 1968 ,p. 13). Su hermano favorito Sigmund, en ese entonces está trabajando en una papelería cerca de Viena, así que los hermanos compartirán tiempo juntos y practicarán alpinismo.
Ferenczi obtiene su diploma de médico en 1894, a la edad de 21 años, y consecutivamente hace su servicio militar en la armada austro-húngara, decidiendo tras su regreso especializarse en neurología y psiquiatría, desarrollando su pasión por la hipnosis reforzada por la literatura francesa sobre hipnosis e histeria, y acercándose por primera vez al trabajo de Freud con Breuer. En este período su pensamiento se ve influenciado principalmente por su amigo y redactor jefe de una de las principales revistas médicas de Hungría, el diario médico Gyógyàszat, Max Schächter, al punto de hacerse llamar en broma como "Schächter miniatura" En él, Sándor ve un modelo de formación de carácter y buscará mostrarse digno de tan respetable modelo. Durante 1897, se inscribe como interno en el Rókus Hospital en Budapest, especializándose en neurología y neuropatología, y en 1898 pasa a ser doctor auxiliar en el Hospicio de los Pobres Elizabeth en Budapest al servicio de los desposeídos y las prostitutas.
Durante esta época se le pide que realice un comentario para la revista húngara dirigida por Schächter de la "Interpretación de los sueños" de Freud, cosa que él hace leyendo el texto superficialmente y concluyendo que dicho material no vale la pena de ser tomado en cuenta, sin ni siquiera juzgar oportuno considerar si contenía al menos algún elemento de verdad. Posteriormente, esta misma experiencia le permitirá en un descarnado autoanálisis mirar sus propias resistencias a aceptar un material que se situaba en el centro mismo de su mayor herida psicológica y afectiva, y que sustentaba su actitud frente a la sexualidad y a sus reprimidas representaciones.
Durante este período inicia una serie de publicaciones, llamadas actualmente "Los escritos de Budapest " (Ferenczi, 1899-1907) dentro de los cuales destacan sus escritos preanalíticos tales como: "Espiritismo" (1899), "Dos errores de diagnóstico" y "Consciencia y Desarrollo" (1900), "El Amor en las Ciencias" (1901), "La homosexualidad femenina" (1902), "Encefalopatías saturninas" (1903), "El valor terapéutico de la hipnosis" (1904), "Acerca de la neurastenia" y "Estados sexuales intermedios" (1905), "Acerca del tratamiento por sugestión hipnótica" (1906) y más de cincuenta artículos sobre la condición física de los más "desfavorecidos", en su mayor parte basados en su trabajo con prostitutas. En muchos de estos textos prefiguran ya algunos elementos de sus más tardíos trabajos sobre categorías clínicas: el proceso de la cura, la relación terapeuta-paciente, y el "Bioanálisis"; conjugándose en ellos un Ferenczi pre-psicoanalítico, cuya capacidad de observación, de análisis y de reflexión se desplaza ya fluidamente en el conjunto "utraquístico" de lo biológico, lo psicológico y lo fenomenológico (clínico). Años después, estos intereses y preocupaciones se presentisarán en el discurso psicoanalítico como un conjunto de conceptos que surgidos de su pluma, inaugurarán espacios de discusión inéditos con temas tales como "transferencia", "contratransferencia", "relaciones de objetos", "introyección", "edipo", "clivaje", "automatismo de repetición" y también polémicos, como "terapia activa", "terapia de la indulgencia", "análisis mutual", "lenguaje de la ternura y de la pasión", entre otros.
Sándor al inicio de su tercera década de vida, ejerce como médico, escribe prolíficamente y participa de modo activo en la vida política húngara, llegando a ser el representante del Comité Humanitario Internacional para la Defensa de los Homosexuales, - fundado por Magnus Hirschfeld en 1897 -, abogando por reformas legales, haciendo proselitismo y sensibilizando a sus pares sobre el tema en oposición a la perspectiva propuesta por las eminencias de ese entonces Krafft-Ebing y Möbius, en especial en relación a la consideración de la homosexualidad como una una enfermedad degenerativa. En la misma línea, alrededor de 1903, fustiga el orden médico conservador al cuestionar la actitud de la institución médica, señalando la hipocresía y los dobles estándares con que los médicos desarrollan una supuesta ética profesional hacia sus pacientes, su rol y sus pares.
Desde este escenario, el joven médico húngaro que acumula progresivamente una sustanciosa experiencia médica, clínica y terapéutica, va espontáneamente convergiendo hacia todo aquello que le clarifique los complejos mecanismos que subyacen a la experiencia humana. El sabe de Jung y de su "Test de la Asociación de palabras", se compra un cronómetro y durante un tiempo aplica dicha metodología a cualquiera que estuviera dispuesto a trabajar en ello para luego, gracias a la influencia de Phillipe Stein, retomar los artículos originalmente leídos y descartados de Breuer y Freud, y desde esta segunda perspectiva cristalizar toda la experiencia acumulada, acercandose definitivamente al pensamiento de lo inconsciente, de la psicología profunda que se gestaba en la mente de Sigmund Freud.
Este joven profesional, nos impacta como un talentoso médico, prolífico en su pluma, militante activo de la defensa de los desposeídos (prostitutas, pobres, homosexuales), critico e innovador en su pensamiento, "espíritu cultivado, ecléctico e insaciablemente curioso (...) un hombre cuya sensibilidad, personalidad firme y deseo de cuidar a los otros.." (Bokanowski, 1997., p. 10) lo convierten en un ser particularmente no contestatario, aunque profundamente subversivo, en síntesis, una personalidad genuinamente revolucionaria, que preludia aquello que inevitablemente subyugaría a Freud.


El encuentro con Freud
La relación Freud y Ferenczi, merece una especial atención pues lo primero que impresiona es lo poco o mal entendida que ella ha sido a través de gran parte de la literatura especializada. Primero que nada porque ya es un lugar común plantear que Freud después de su tormentosa relación con Fliess, nunca más habría mantenido un vínculo tan profundo con ningun otro, en segundo lugar porque cuando se alude a la relación Freud-Ferenczi generalmente se enfatizan los conflictos suscitados entre ambos a partir de la reiteradas demandas afectivas de Ferenczi, los conflictos emocionales de este y las divergencias teóricas que ambos tuvieron en los últimos tiempos. En tercer y ultimo lugar por que al hablar de la amistad de estos dos hombres, a pesar de la evidente diferencia de edad, se lo hace como si ambos fueran coetáneos y no se consideran los distintos momentos evolutivos que cada uno experimentaba producto de sus individuales desarrollos humanos.
Situación paradojal y tragicómica, si se considera que la mayoría de los estudios acerca de la historia del movimiento psicoanalítico de Jones, Gay, Kerr, Rodrigué, solo por citar algunos, se basan en las correspondencia de ambos y donde la intensidad de los contenidos vertidos en ella no dejan lugar a dudas de la profundidad del vínculo, considerando los diecisiete años de diferencia que los separaban. Desde esta perspectiva cabe destacar que "Ferenczi fue quien mayor intimidad mantuvo con Freud de todos los analistas de la nueva generación que se agruparon en torno a éste; fue el primero en ser llamado por Freud ‘querido amigo’ en sus cartas, el único que fue invitado a viajar con él durante sus vacaciones celosamente ocultadas (Balint, M., 1968, p.11). Referencias incluso mezquinas, cuando obvían que fue también el analista testigo por más de dos décadas de la historia del movimiento, testigo directo de las vicisitudes Freud-Jung, segundo hijo amado por Freud, sucesor designado frente a la eventual muerte de Freud, corresponsal de más de 2.500 cartas, paladín y gran visir secreto, hitos todos que no alcanzan siquiera a palidecer frente a las controversiales contingencias experimentadas por ambos, pero que sorprendentemente han quedado diluidos como si una intención predeterminada aspirase a desperfilar este vínculo por contener en si el germen de una amenaza nunca dilucidada.
Sabemos que Jung viaja a Viena el domingo 3 de Marzo de 1907 a visitar a Freud, y asiste al Encuentro de los Miércoles del círculo de Freud en la tarde del 6 de Marzo. "La semana siguiente, Jung prosigue a Budapest y se encuentra con el Dr. Stein (1867-1918), un amigo y colega de Ferenczi. Jung y Ferenczi se encuentran y mantienen largas conversaciones durante esta visita. El 28 de Junio, Jung escribe a Freud que "El Dr. Stein de Budapest y otro especialista mental, el Dr. Ferenczi, quieren visitarlo por algún tiempo en Viena y me han pedido que le pregunte cuando sería más conveniente para usted" (Freud/Jung, 28 de junio de 1907). Preparadas las condiciones, no será sino hasta el domingo 2 de Febrero de 1908, que Stein y Ferenczi visitan a Freud produciéndose el primer encuentro que marcará un hito en el desarrollo del movimiento psicoanalítico. Freud esta cercano a los 52 años en tanto que Ferenczi tenía 34 años. No obstante la diferencia de edad, Ferenczi y Freud congenian tanto que éste último lo invita a presentar un trabajo en el Primer Congreso Psicoanalítico en Salzburgo y, hecho inaudito, a encontrarse en Agosto con él y su familia en Berchtesgaden, donde pasaban las vacaciones estivales. Se iniciaría así una amistad que durará 25 años.
Amistad que llevará a Freud a confesar su deseo de que Ferenczi hubiese sido su yerno (M.Stanton alude al deseo de que Ferenczi desposará a Matilde, C. Lorin lo refiere a Anna), amistad de la que espera contar con un par, en la que el "querido amigo" devendrá "querido hijo", y llegara a ser su paciente durante tres semanas en septiembre de 1914 -análisis que debió interrumpirse por la movilización militar de Ferenczi y que se continua en junio de 1916 durante tres semanas más, a razón de dos horas diarias-, e informal a lo largo de la vida, y en la cual lo investirá, primero su paladín secreto y luego su "futuro sucesor". Para Ferenczi, en tanto, Freud será el "padre que aparentemente no temerá apoyarse en su hijo", aquel a quien osará ofrecer su ayuda terapéutica. Esta amistad los llevara a vacacionar juntos en Berchtesgaden (1908), USA (1909), Leyde, París, Roma, Nápoles, Palermo y Siracusa (1910) -dando origen al estigmatizado "incidente de Palermo" cuya interpretación requeriría una consideración mas detallada del momento de la relación y de las edades de los actores, que una literalidad de los juicios vertidos durante ella-, en las Dolomitas (1911), en Roma (1912), en Dalmacia (1912), y en Corfu -Grecia- (1913).
Rescatemos de entre ellos el viaje de 1909, cuando Freud es invitado junto a Carl Jung a Estados Unidos, para dictar una serie de conferencias en la Universidad de Clark, invitando a Ferenczi a unirse a ellos. Durante esa ocasión la amistad de los tres hombres se estrechara profundamente, ellos discutirán sobre psicoanálisis, comentaran las conferencias de Freud, y estrecharan sus vínculos de forma tal, que los intercambios epistolares entre Freud y Ferenczi (Ferenczi/Freud, 1908-1914) devendrán más cálidos, más estrechos e íntimos. Terminado este año, Ferenczi publicará "Transferencia e Introyección". Esta experiencia permitirá a los tres hombres, analizarse recíprocamente, interpretarse sueños y dialogar en torno a todo aquello que podemos imaginar que llenaría su espacio intelectual, y sentara las bases de una historia que los unirá en los momentos de crisis profesionales, afectivas y sociopolíticas. Paradojalmente, aunque la literatura especializada comenta este periodo de tiempo, nunca aparece con claridad la real significación que una historia de esta naturaleza alcanza en un vinculo de amistad, en términos de estabilidad, profundidad e intimidad; y por el contrario, eventos puntuales nutren a aquellos que, en un análisis de tipo "pars pro toto", decriben un estilo de relación que desminte el significado total del conjunto de eventos.
A partir del reconocimiento explícito de Freud de que muchos de los textos tanto de él como de Ferenczi habrían sido trabajados en conjunto (Freud, S., 1933), portando así tanto un saber del uno como del otro; y sumándose al obvio reconocimiento de que el sabio vienés nutrió su plexo de hipótesis analíticas con algunas de las geniales intuiciones del psiquiatra húngaro -tal como lo testimonia el concepto de "edipo" (Kerr, J., 1993), de "transferencia y contratransferencia", de "relaciones preobjetales y objetales", entre otros-, surge la duda, apoyada además por la comparación de los estilos literarios, de la edad y madurez profesional de cada uno, del entrenamiento previo en el manejo de conceptos psicodinámicos, de cuanto el artículo "Transferencia e Introyección" (1909c) tiene de Ferenczi y cuanto de Freud. Esta hipótesis, que por un lado nos plantea el reto de estudiar la estructura del discurso de Ferenczi en sus escritos pre-analíticos, tan arduamente rescatados por C. Lorin en los "Escritos de Budapest de Sándor Ferenczi" (1899-1907), a su vez podría testimoniar un grado de confianza, intimidad y comunión tal entre estos dos hombres, que humanizaría una relación, la cual a pesar de los intentos de profundización y estudio, tiende a ser vivida como si en ella se tratase de "objetos parciales".
Hipótesis cruda si una colaboración de este tipo viniese a articularse como una desmentida del talento de Ferenczi, o una afirmación de la habilidad manipulativa o instrumentalizadora de Freud, como se ha querido ocasionalmente interpretar en relación al surgimiento de la Asociación Psicoanalítica Internacional, y que Freud nunca desmintió. Articulación que amenaza con situar todo posible conocimiento histórico en una cadena, de la cual lo psicoanalítico no ha podido desprenderse, que convierte cualquier dato complejo de realidad en ideología, juego de poder y contradefensa ante la peligrosidad de un gran Otro, y que deshumaniza profundamente el proceso de desarrollo del saber psicoanalítico, del psicoanálisis y de la orgánica psicoanalítica. Parece preferible, como decía Ferenczi "no hay un derecho superior a aquel de la verdad" (Ferenczi, S., 1899-1907, p. 255), plantear una hipótesis de esta naturaleza en miras a determinar la verdadera cualidad humana de Ferenczi y el grado y profundidad de la relación de amistad de ambos, toda vez que la factibilidad de este hecho solo vendría a dar cuenta de la compleja dinámica de un proceso histórico, como el que Freud realizó con la creación, desarrollo y consolidación del saber analítico.

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