miércoles, 18 de julio de 2012

Filosofía - Descartes

René Descartes


Meditaciones acerca de la filosofía primera, en las cuales se demuestra la existencia de Dios, así como la distinción real entre el alma y el cuerpo del hombre.

RESUMEN DE LA SEIS MEDITACIONES SIGUIENTES: 
En la primera, propongo las razones por las cuales podemos dudar en general de todas las cosas, y en 
particular de las cosas materiales, al menos mientras no tengamos otros fundamentos de las ciencias 
que los que hemos tenido hasta el presente. Y, aunque la utilidad de una duda tan general no sea 
patente al principio, es, sin embargo, muy grande, por cuanto nos libera de toda suerte de prejuicios, 
y nos prepara un camino muy fácil para acostumbrar a nuestro espíritu a separarse de los sentidos, y, 
en definitiva, por cuanto hace que ya no podamos tener duda alguna respecto de aquello que más 
adelante descubramos como verdadero. 
En la segunda, el espíritu, que, usando de su propia libertad, supone que ninguna cosa de cuya 
existencia tenga la más mínima duda existe, reconoce ser absolutamente imposible que é1 mismo sin 
embargo no exista. Lo cual es también de gran utilidad, ya que de ese modo distingue fácilmente 
aquello que le pertenece a él, es decir, a la naturaleza intelectual, de aquello que pertenece al cuerpo. 
Mas como puede ocurrir que algunos esperen de mí, en ese lugar, razones para probar la 
inmortalidad del alma, creo mi deber advertirles que, habiendo procurado no escribir en este tratado 
nada que no estuviese sujeto a muy exacta demostración, me he visto obligado a seguir un orden 
semejante al de los geómetras, a saber: dejar sentadas de antemano todas las cosas de las que 
depende la proposición que se busca, antes de obtener conclusión alguna. 
Ahora bien, de esas cosas, la primera y principal que se requiere en orden al conocimiento de la 
inmortalidad del alma es formar de ella un concepto claro y neto, y enteramente distinto de todas las 
concepciones que podamos tener del cuerpo; eso es lo que he hecho en este lugar. Se requiere, 
además, saber que todas las cosas que concebimos clara y distintamente son verdaderas tal y como 
las concebimos: lo que no ha podido probarse hasta llegar a la cuarta meditación. Hay que tener, 
además, una concepción distinta acerca de la naturaleza corpórea, cuya concepción se forma, en 
parte, en esa segunda meditación, y, en parte, en la quinta y la sexta. Y, por último, debe concluirse 
de todo ello que las cosas que concebimos clara y distintamente como substancias diferentes Casí el 
espíritu y el cuerpo son en efecto substancias diversas y realmente distintas entre sí: lo que se 
concluye en la sexta meditación. Y lo mismo se confirma en esta segunda, en virtud de que no 
concebimos cuerpo alguno que no sea divisible, en tanto que el espíritu, o el alma del hombre, no 
puede concebirse más que como indivisible; pues, en efecto, no podemos formar el concepto de la 
mitad de un alma, como hacemos con un cuerpo, por pequeño que sea; de manera que no sólo 
reconocemos que sus naturalezas son diversas, sino en cierto modo contrarias. Ahora bien, debe 
saberse que yo no he intentado decir en este tratado más cosas acerca de ese tema, tanto porque con 
lo dicho basta para mostrar con suficiente claridad que de la corrupción del cuerpo no se sigue la 
muerte del alma, dando así a los hombres la esperanza en otra vida tras la muerte, como también 
porque las premisas a partir de las cuales puede concluirse la inmortalidad del alma dependen de la 
explicación de toda la física: en primer lugar, para saber que absolutamente todas las substancias Ces 
decir, las cosas que no pueden existir sin ser creadas por DiosC son incorruptibles por naturaleza y 
nunca pueden dejar de ser, salvo que Dios, negándoles su ordinario concurso, las reduzca a la nada; 
y en segundo lugar, para advertir que el cuerpo, tomado en general, es una substancia, y por ello 
tampoco perece, pero el cuerpo humano, en tanto que difiere de los otros cuerpos, está formado y 
compuesto por cierta configuración de miembros y otros accidentes semejantes, mientras que el alma 
humana no está compuesta así de accidentes, sino que es una substancia pura. Pues aunque todos sus 
accidentes cambien (como cuando concibe ciertas cosas, quiere otras, siente otras, etc.) sigue siendo, 
no obstante, la misma alma, mientras que el cuerpo humano ya no es el mismo, por el solo hecho de 
cambiar la figura de algunas de sus partes;  de donde se sigue que el cuerpo humano puede 
fácilmente perecer, pero el espíritu o alma del hombre (no distingo entre ambos) es por naturaleza 
inmortal. 
En la tercera meditación, me parece haber explicado bastante por lo extenso el principal argumento 
del que me sirvo para probar la existencia de Dios. De todas maneras, y no habiendo yo querido en 
ese lugar usar de comparación alguna tomada de las cosas corpóreas (a fin de que el espíritu del 
lector se abstrajera más fácilmente de los sentidos), puede ser que hayan quedado oscuras muchas 
cosas, que, según espero, se aclararán del todo en las respuestas que he dado a las objeciones que me 
han sido hechas. Así, por ejemplo, es bastante difícil entender cómo la idea de un ser soberanamente 
perfecto, la cual está en nosotros, contiene tanta realidad objetiva (es decir, participa por representación de tantos grados de ser y de perfección), que debe venir necesariamente de una causa 
soberanamente perfecta. Pero lo he aclarado en las respuestas, por medio de la comparación con una 
máquina muy perfecta, cuya idea se halle en el espíritu de algún artífice; pues, así como el artificio 
objetivo de esa idea debe tener alguna causa Ca saber, la ciencia del artífice, o la de otro de quien la 
haya aprendido, de igual modo es imposible que la idea de Dios que está en nosotros no tenga a Dios mismo por causa.
En la cuarta queda probado que todas las cosas que conocemos muy clara y distintamente son 
verdaderas, y a la vez se explica en qué consiste la naturaleza del error o falsedad, lo que debe 
saberse, tanto para confirmar las verdades precedentes como para mejor entender las que siguen.  
Pero debe notarse, sin embargo, que en modo alguno trato en ese lugar del pecado, es decir, del error 
que se comete en la persecución del bien y el mal, sino sólo del que acontece al juzgar y discernir lo 
verdadero de lo falso, y que no me propongo hablar de las cosas concernientes a la fe o a la conducta 
en la vida, sino sólo de aquellas que tocan las verdades especulativas, conocidas con el solo auxilio 
de la luz natural. 
En la quinta, además de explicarse la naturaleza corpórea en general, vuelve a demostrarse la 
existencia de Dios con nuevas razones, en las que, con todo, acaso se adviertan algunas dificultades,
que se resolverán después en las respuestas a las objeciones que me han dirigido; también en ella se 
muestra cómo es verdad que la certeza misma de las demostraciones geométricas depende dél 
conocimiento de Dios. 
Por último, en la sexta, distingo el acto del entendimiento del de la imaginación, describiendo las 
señales de esa distinción. Muestro que el alma del hombre es realmente distinta del cuerpo, estando, 
sin embargo, tan estrechamente unida a él, que junto con él forma como una sola cosa. Se exponen 
todos los errores que proceden de los sentidos, con los medios para evitarlos. Y por último, traigo 
a colación todas las razones de las que puede concluirse la existencia de las cosas materiales: no 
porque las juzgue muy útiles para probar lo que prueban Ca saber: que hay un mundo, que los 
hombres tienen cuerpos, y otras cosas semejantes, jamás puestas en duda por ningún hombre sensato, sino porque,
considerándolas de cerca, echamos de ver que no son tan firmes y evidentes como las que nos guían
al conocimiento de Dios y de nuestra alma, de manera que estas últimas son las más ciertas y
evidentes que pueden entrar en conocimiento del espíritu humano. Y esto es todo cuanto me he propuesto
probar en estas seis meditaciones, por lo que omito aquí muchas otras cuestiones, de las que también
he hablado, ocasionalmente, en este tratado.


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Aquí les dejo una guía de Descartes para que chequeen:


RENÉ DESCARTES.
GUÍA
1)-¿Cuál es el "Primer Cognitum" o primera certeza para Descartes?
2)-¿Cuál es el propósito de su filosofía última? ¿Lo logra?
3)- a- ¿Qué entiende Descartes por sustancia?
     b-¿Cuantas sustancias encuentra?
     c-Explica, brevemente, cada una de ellas
4)-¿Hay contradicciones en la estructura de la filosofía cartesiana? ¿Cuáles se pueden encontrar?
5)- ¿Cómo se interrelacionan las sustancias entre sí?
6)- ¿Cuál fue el principal aporte de Descartes a la filosofía de su época?
7)- ¿Se confunden el orden del Ser con el del Conocer en la filosofía cartesiana?
8)- ¿Cuál es la causa del error para Descartes y qué lo evitaría?
9)- ¿Cuáles son los argumentos que esgrime para probar la existencia de Dios?
10)- ¿Qué lugar ocupan las ideas en su teoría? ¿Cuáles son y cómo las clasifica en orden de importancia?
11)-¿Cómo soluciona la unidad alma-cuerpo?
12)- ¿En qué consiste el sujeto de la conciencia?


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