Augusto Comte
(1798-1857)
Isidoro Augusto María Francisco Javier
Comte nació en Montpellier en 1798. En 1814 ingresa en la elitista Escuela
Politécnica, de la que será expulsado en 1816, acusado de republicanismo e
indisciplina. En esta época comienza a estudiar a los pensadores del siglo
XVIII y conoce a Saint-Simon, para el que trabaja como secretario desde
1818, hecho que le permitió publicar artículos en diversas revistas: La
Politique, L’Industrie, L’Organisateur.
La colaboración entre estos
dos autores se irá deteriorando hasta su definitiva ruptura en 1822, fecha que
inicia las dos etapas fundamentales del pensamiento de A. Comte:
La primera (1826-1845) , de un marcado carácter positivista, queda sintetizada en sus dos grandes obras: Curso de filosofía positiva (1830-1842) y el Discurso sobre el espíritu positivo (1844), escrito que apareció como introducción preliminar al Tratado filosófico de astronomía popular.
La primera (1826-1845) , de un marcado carácter positivista, queda sintetizada en sus dos grandes obras: Curso de filosofía positiva (1830-1842) y el Discurso sobre el espíritu positivo (1844), escrito que apareció como introducción preliminar al Tratado filosófico de astronomía popular.
La segunda
etapa del pensamiento de Comte viene marcada por un hecho personal que le
afectó hondamente: la muerte en 1846 de Clotilde de Vaux, a
quien conoció en 1845 y de la que estaba profundamente enamorado. A partir de
entonces el pensamiento de Comte se tiñe de un carácter romántico y místico que
derivará hacia posturas cada vez más conservadoras, convirtiendo el positivismo
en una religión de la que él se autoproclama Sumo Sacerdote.
De esta época
datan sus obras Sistema de política positiva (1851-1854), Catecismo
positivista (1852) y el primer volumen de Síntesis subjetiva
(1856), obra que quedó incompleta debido a su muerte, acaecida el 5 de
septiembre de 1857.
El
pensamiento de A. Comte.
La filosofía de
Comte entronca con la revuelta moderna contra los antiguos que inició Francis
Bacon y extendió L’enciclopédie francesa y que consistió, a grandes rasgos, en
la asunción de la razón y la ciencia como únicas guías de la humanidad capaces
de instaurar el orden social sin apelar a oscurantismos teológicos o
metafísicos.
La evidente
intención de reforma social de su filosofía se adhiere, sin embargo, a una
postura conservadora y contrarrevolucionaria en claro enfrentamiento con las
propuestas ilustradas de Voltaire y Rousseau.
Tomando como
trasfondo la
Revolución Francesa , Comte acusa a estos dos autores de
generar utopías metafísicas irresponsables e incapaces de otorgar un orden social
y moral a la humanidad.
Los problemas
sociales y morales han de ser analizados desde una perspectiva científica positiva
que se fundamente en la observación empírica de los fenómenos y que permita
descubrir y explicar el comportamiento de las cosas en términos de leyes
universales susceptibles de ser utilizadas en provecho de la humanidad.
Comte afirma
que únicamente la ciencia positiva o positivismo podrá hallar las leyes que
gobiernan no sólo la naturaleza, sino nuestra propia historia social, entendida
como la sucesión y el progreso de determinados momentos históricos llamados
estados sociales.
La ley de
los tres estados y la idea de progreso
La humanidad en
su conjunto y el individuo como parte constitutiva, está determinado a pasar
por tres estados sociales diferentes que se corresponden con distintos grados
de desarrollo intelectual: el estado teológico o ficticio, el estado metafísico
o abstracto y el estado científico o positivo.
Este tránsito
de un estado a otro constituye una ley del progreso de la sociedad,
necesaria y universal porque emana de la naturaleza propia del espíritu humano.
Según dicha ley, en el estado teológico el hombre busca las
causas últimas y explicativas de la naturaleza en fuerzas sobrenaturales o
divinas, primero a través del fetichismo y, más tarde, del politeísmo y el
monoteísmo. A este tipo de conocimientos le corresponde una sociedad de tipo
militar sustentada en las ideas de autoridad y jerarquía.
En el estado
metafísico se cuestiona la racionalidad teológica y lo sobrenatural es
reemplazado por entidades abstractas radicadas en las cosas mismas (formas,
esencias, etc.) que explican su por qué y determinan su naturaleza. La sociedad
de los legistas es propia este estado que es considerado por Comte como una
época de tránsito entre la infancia del espíritu y su madurez, correspondiente
ya al estado positivo. En este estado el hombre no busca saber
qué son las cosas, sino que mediante la experiencia y la observación trata de
explicar cómo se comportan, describiéndolas fenoménicamente e intentando
deducir sus leyes generales, útiles para prever, controlar y dominar la
naturaleza (y la sociedad) en provecho de la humanidad. A este estado de
conocimientos le corresponde la sociedad industrial, capitaneada por
científicos y sabios expertos que asegurarán el orden social.
Características
de la filosofía positiva
La filosofía
positiva como tipo de conocimiento propio del último estado de la sociedad, se
define por oposición a la filosofía negativa y crítica de Rousseau y
Voltaire a la que Comte atribuye los males de la anarquía y la inseguridad
social que caracterizan al período post-revolucionario.
El término
positivo hace referencia a lo real, es decir, lo fenoménico dado al sujeto. Lo
real se opone a todo tipo de esencialismo. desechando la búsqueda de
propiedades ocultas características de los primeros estados.
Lo positivo
tiene como características el ser útil, cierto, preciso, constructivo y
relativo (no relativista) en el sentido de no aceptar ningún absoluto.
Clasificación
de las ciencias
Si la aparición
del estado positivo se correlaciona con la mayoría de edad social e
intelectual de la humanidad, esto se debe a la desaparición del espíritu
metafísico como una evolución natural hacia el estado idóneo de la razón que
traerá consigo el orden y la reorganización social. Se trata de una total
"regeneración" que viene determinada por el progresivo desarrollo de
las ciencias que, según Comte, han seguido cursos y ritmos distintos, siendo la
más retrasada la física social.
La filosofía
positiva hace un intento de clasificación de las ciencias, concebidas
unitariamente como ramas de un tronco común que, evolutivamente, forman un
continuo en el que el desarrollo de cada una establece las bases de la ciencia
siguiente.
Comte clasifica
las ciencias en cinco fundamentales: astronomía, física, química, fisiología y
física social o sociología. Rechaza como ciencia a la psicología y a la
economía y concibe a las matemáticas más como un método e instrumento previo
que como ciencia teórica.
La finalidad de
las ciencias es el control y el dominio de la naturaleza y la sociedad.
La búsqueda de relaciones estables entre los fenómenos deriva en la
construcción de leyes que permiten predecir el futuro: paso previo a todo
control.
Derivada de la
fisiología, la sociología, como culminación del espíritu positivo, se
dedicará al estudio de los fenómenos sociales y de sus leyes como camino para
explicar la evolución de la humanidad y favorecer un progreso controlado de la
sociedad que excluya todo posible cambio o revolución incontrolada.
Es en este
punto donde aflora con toda su fuerza la intención conservadora y reaccionaria
de la filosofía de Comte. Su apoyo a la dictadura de Napoleón III, así como sus
ideas de control de la opinión pública y de defensa a la propiedad privada y de
concentración del capital le han convertido en un adversario de la democracia y
en un partidario de los regímenes autoritarios. La dictadura del mexicano
Porfirio Díaz utilizó el positivismo como justificación teórica de su política.
Estos hechos han producido que la paternidad de Comte respecto a la sociología
y el positivismo haya sido reconocida a regañadientes.
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